La historia tendrá la última palabra. Sin embargo, los que tuvimos el privilegio de acompañarlo en su prodigiosa vida, debemos contarle al pueblo colombiano su recorrido vital.

La semana que acaba de terminar fue una de aquellas en las cuales el corazón de los colombianos no tuvo descanso por las emociones de una y otra naturaleza que los acontecimientos lo tuvieron digamos, ocupado.

La última obra de Eric Hobsbawm (EH) (1917-2012) se denomina Eric Hobsbawm sobre América Latina ¡Viva la Revolución! (Crítica, Argentina, 2018); se habría preferido la versión del título traducida del inglés: Viva la Revolución: Hobsbawm sobre América Latina. El libro reproduce textos antiguos de EH y el capítulo 1 está fechado en 1960 y el último, el 31, data de 2002.

No cabe duda que el ciclo político del ex Presidente Betancur marcó un punto de quiebre o, como dirían los matemáticos, un punto de inflexión en la historia política del país. Es mucho lo que puede aprenderse de su trayectoria pública.

Vamos llegando a finales de este 2018, en el que hemos tenido grandes cambios en el rumbo del país que exigen serenidad en su discernimiento, realismo y gran dosis de optimismo. Mirando objetivamente lo acontecido, y buscando con patriotismo lo mejorar la Patria, vemos que hay que contribuir a que se salga adelante en momento de serias dificultades.

Atrapados por el vicio de la crueldad, nos cuesta confiar en el análogo y dejarnos amar. Olvidamos, con demasiada frecuencia, que el amor es el mejor reconstituyente de una civilización que aspira a perdurar en el tiempo. La actitud de rencor o resentimiento, nos hace un corazón amargo, que muere en los lamentos. Por eso, es importante activar otro espíritu más esperanzador, de lucha permanente, sabiendo que en la constancia y en el sacrificio, suele estar el triunfo.

Con el sensible fallecimiento del expresidente Belisario Betancur se han vuelto a revivir los hechos más sonados que ocurrieron en su gobierno, algunos de los cuales buscaron desestabilizar el país y poner a prueba la templanza de los colombianos. Por eso su gobierno no se puede  juzgar con frases  generalizantes, sino con el rigor y la objetividad que da la perspectiva de la historia, dentro de lo cual cada quién se puede formar su propia opinión.

Fueron muchas las enseñanzas que nos dejó el ex presidente Belisario Betancur al partir hacia el Olimpo, desde donde nos sigue con su mirada, cuidando que seamos capaces de seguir sus valiosos consejos y ejemplos.

En la última columna escribía, rememorando a Ortega y Gasset, sobre el “hombre masa” que se apoderó del mundo y nos referíamos a Venezuela donde los pobres ciudadanos medios, espantados por la dictadura, decidieron venirse y desplazar a por lo menos un millón de colombianos que a su vez se habían apoderado -a la brava-  de los semáforos empotrados en todas nuestras calles y avenidas.

El Cisne Blanco es el apodo de la aeronave supersónica de los rusos técnicamente un Tupolev TU – 160. De estas aeronaves aterrizaron dos en el aeropuerto internacional Simón Bolívar en Maiquetía, Venezuela. No se sabe que intimida más. Las aeronaves en sí o sus tripulaciones 27º centígrados con ropajes anacrónicos que parecen salidos de un documental sobre Yuri Gagarin (el primer hombre en el espacio). Con toda la razón a algunos los traiciona su mente invocando la CCCP.