En una campaña que hice para el Senado, un conocido me buscó para ofrecerme el financiamiento total de mi aspiración. Con plena seguridad me dijo que una gente del Valle había escogido varios candidatos a esa corporación y que yo era uno de sus prospectos. Pregunté quienes eran esos generosos donantes, me dijo el interlocutor que si aceptaba la oferta los conocería y además sería senador. Nunca los conocí y no fui senador.
LOS empresarios sienten que trabajan en un clima enrarecido por donde se le mire.
Si bien aseguran que no saldrán corriendo del país, advierten que la situación no es fácil este cierre de 2018.
Avizoran un nuevo año complicado y plantean no perder el rumbo ni caer en el pesimismo.
Consideran que para recobrar el optimismo es preciso que el Presidente Duque asuma su rol de jefe de Estado, que se sienta y comience a ejecutar.
Al fin este jueves se resuelve el sobredimensionado asunto del Fiscal Ad-Hoc. Demasiada adrenalina, mediatización, tensión, para designar quién se encargue de dos procesos: uno que está archivado y otro en curso; asunto que se presenta frecuentemente en toda la actividad judicial y que generalmente pasa desapercibido; pero en esta ocasión, por la trascendencia del tema y de los involucrados, se volvió más importante que la misma designación del Fiscal General.
“Juro delante de Dios, de la Patria y de mi pueblo que sobre esta moribunda Constitución…”
La alianza entre Venezuela y Rusia obliga a Colombia a seguir paso a paso su desarrollo, ante la dimensión de Putin y sus enseñanzas a Maduro; cada uno con intereses específicos en lo económico y político.
Esta es una buena época para detener el ritmo frenético de la vida que llevamos en Colombia. Vivimos ansiosos y demasiado expectantes de lo público. Es tiempo de silenciarnos. Pero, se hace difícil ponerle off al ruido exterior de la sobreinformación que padecemos y más aún, silenciar el ruido interior que produce nuestra mente, de manera altisonante, alimentada por el flujo descontrolado e inmanejable de datos que nos aturden, impiden la reflexión y confunden.
Tuve el honor de trabajar en el gobierno de Belisario Betancur, en el Ministerio de Desarrollo Económico y en el de Hacienda. Bajo su dirección, al lado de juristas como Liliam Suárez y Guillermo Salah, participé en la redacción del Decreto Ley 222 de 1983 -estatuto de contratación estatal- y de los decretos con fuerza de ley que establecieron límites a los cánones de arrendamiento de inmuebles.
En los primeros días de diciembre se presentó un episodio molesto, al que los medios por fortuna poco dieron trascendencia y digo fortuna, porque no es bueno para las instituciones dinamizar este tipo de situaciones que incomodan a las personas y a la ciudadanía, que en últimas resulta tomando partido en encuentros donde no tienen cabida. Toco el tema porque ya existe claridad y solo busco llamar la atención para evitar nuevos momentos de difícil factura entre autoridades.
El expresidente Belisario Betancur fue un hombre de cultura universal, como pocos en Colombia. No solo fue un concienzudo político, sino también un amante y promotor de las artes, un serio conocedor de la historia, la literatura y, muy especialmente, la poesía, camino que transitó con humildad, casi en secreto, pues nunca quiso presumir de poeta, aunque lo era en el alma y en la letra.
El fallecimiento del expresidente Belisario Betancur, que nos toca muy de cerca, el inevitable fenómeno natural de dejar de existir, resalta de manera ostensible que durante decenios fue parte principal de nuestra historia, trabajador incansable, optimista por naturaleza, culto, impuso su estilo sin odios, su obra perdurará, quienes estuvimos en su gobierno destacamos la calidad de demócrata, el deseo de acertar, el propósito de contribuir a la conquista de una sociedad más igualitaria.