Tarde soleada como para el optimismo a todas luces. Salgo a caminar un poco para estirar las piernas y sin haber dado cinco pasos se me cruza en el camino una mujer que me pide la escuche. Se sienta, con cara firme y de condición humilde. ¿Cómo está?, le pregunto. Y añado: ¿Qué la trae por aquí? Me responde que tiene graves problemas materiales y espirituales.
Lo que está en juego en las elecciones presidenciales de hoy es mucho más que una simple decisión entre el centroizquierda y la derecha.
Toda esta vida es un caminar en tránsito haciendo familia, hacia un mundo global, hacia una patria celeste; y, por ello, es de justicia alzarse, ayudar a levantarse, y vivir favoreciendo los encuentros, para que nadie quede excluido, de ese bienestar que es buscado y anhelado por cualquier ser humano. En efecto, todo está en nosotros, somos la esencia del hacer, la luz que nos esclarece o las tinieblas que nos degradan.
Cuando el gran doctrinante conservador Álvaro Gómez Hurtado opinó - años antes de que la mafia, en connivencia con el Establecimiento, lo acribillaran saliendo de clase- que “hay que ponerle pueblo a la democracia”, su aseveración no aparejaba ninguna redundancia.
En la proximidad de las elecciones para Presidente, sin lugar a dudas, cualquier ciudadano quiere tener la satisfacción, a mediano plazo, de haber escogido la mejor opción con responsabilidad del futuro.
Mañana los colombianos iremos a las urnas para elegir al sucesor de Juan Manuel Santos. Todo indica que el más opcionado será el candidato del Centro Democrático, Iván Duque Márquez. En otras palabras “el que dijo Uribe” y esto ha hecho que sus contradictores lo tilden de ser un simple títere del ex presidente.
Un izquierdista sostenía: “La riqueza es un delito y el rico es un delincuente”. Yo le contra-argumente: entonces Shakira, quien gracias a su talento excepcional goza de una enorme fortuna, destinando parte de ella –Fundación Pies Descalzos, -educa gratis a doce mil niños pobres- ¿es una delincuente? Multitud de instituciones educativas, culturales, científicas y sociales son sostenidas por millonarios colombianos. Un solo empresario, podría citar muchos -Sarmiento Angulo- da empleo a 20.000 colombianos.
Estas vísperas de elecciones invitan a comentarlas y a hacer pronósticos que en este caso no es pertinente hacerlo, pues todo está definido para que, cumplido este requisito como es el de la presencia en las urnas de la ciudadanía, de antemano se presume qué va a suceder. Lo que quedó definido en las primarias. Parece que voy a caer, mejor dicho, que ya caí en lo que quería evitar para no cansar a los pacientes lectores en tema sobre el cual ya deben estar cansados; es lo que quería evitar.
No se tiene preferencia por Iván Duque o Gustavo Petro, aspirantes finales en la ronda definitiva de las elecciones presidenciales, lo cual permitiría dos opciones: voto en blanco o abstención. Parece que Duque triunfará y se convertirá en presidente durante 1918-22 y, bajo tal perspectiva, el interés se centra en las tendencias observadas en el proceso en el sentido de encarnar representación de la izquierda y derecha políticas; se siguen estas categorías, pese a la negación de su vigencia.
No podemos ver los problemas colombianos desde la perspectiva de la crisis de los ideologismos, aunque algo hay de eso. Creo que hay que obrar con realismo. En el desarrollo de la campaña que concluye el papel de los intelectuales y los analistas debió ser el de separarse del lenguaje unívoco y estigmatizador, del que agita el pensamiento único y excluyente; pero, lamentablemente, no fue así.