Diariamente se destapan nuevos casos de corrupción en nuestro país. Este cáncer está incrustado en nuestra sociedad. En los índices de percepción de corrupción de Transparencia Internacional estamos por debajo de la media mundial y entre los más corruptos de nuestro continente. No es solo el caso de Odebrecht (al que el Banco Agrario le prestó $120.000 millones al DTF + 2 y sin garantía) el que, a nivel continental, corrompió las altas esferas gubernamentales y el caso de la ruta Ocaña Gamarra.
El Consejo de Estado acaba de expedir sentencia relacionada con el Galeón San José, con ocasión de la demanda sobre la validez de una Resolución de la Dimar frente a los reclamos de la compañía Sea Search Armada, quién alega haber denunciado el tesoro y por tanto pretende derechos del 50% de lo que se encuentre y recupere sobre el pecio que contiene el legendario barco, construido en 1698, y hundido 10 años después por la armada inglesa, con más de 60 ocupantes, cuando se disponía a zarpar rumbo a España, después de haber permanecido tres años acumulando tesoros coloniales.
¿Quién nos reunificará? ¿Cuál de los candidatos presidenciales está dispuesto a gobernar para todos? ¿Dónde está el discurso incluyente?
Los aspirantes se alinean a un extremo o al otro, pero nadie habla de un país donde quepamos todos.
¿Acaso el que gane gobernará exclusivamente para la mitad de los colombianos?
Las pensiones están en la mira de cambio hace ocho años, mientras la fuerza laboral que ha construido país para riqueza y productividad solo ha encontrado debates repetidos y discriminatorios ante Gobierno y Congreso. Es una abierta inequidad económica y social.
Ahora que se preparan aspirantes a Senado y Cámara, la ciudadanía reclama proyectos concretos, razonables y guante limpio para ejecutar ideas. Pese a críticas, se reconoce que hay propuestas legítimas de estudiosos del tema.
En una primera entrevista al diario El Espectador, domingo 18 de febrero, de las muchas que faltan para alimentar su egolatría personal, el presidente, con minúscula, Juan Manuel Santos, se refirió a su balance de gestión. Diría yo, a su lacónico balance de gestión o en su defecto a su gótico balance de gestión.
Como siempre, evadiendo su propia responsabilidad envió pullas a todo aquel que se le opuso a su oprobioso gobierno, marcado por un régimen corrupto y amoral.
INICIA marzo en un ambiente global agitado por violencia política, guerras por odios, masacres, migrantes, refugiados y más pobreza.
En Colombia, el panorama no es fatalista, pero sí es incierto.
Mientras el mundo asiste a la pesadilla diaria de miles de muertos en Siria y un clima envenado en medio oriente, desplazados que llegan a la eurozona tras desafiar las aguas del mar mediterráneo; Colombia no aparenta ser el mejor vividero por estos tiempos.
En 1972 viajé a Chile, me tocó vivir las protestas y necesidades de ese pueblo bajo el régimen socialista de Salvador Allende, una experiencia dolorosa en ese país que le significó 20 años de atraso y cobró muchas vidas. Fui testigo de las marchas de cacerolas en contra del sistema. Amas de casa, jóvenes, obreros, empresarios y hasta niños protestando por la falta de alimentos. Supermercados pelados, desempleo y desespero.
Un importante medio de comunicación me pidió que formulara a los candidatos al Congreso la pregunta sobre si aprobarían una norma mediante la cual se hiciera efectiva la prohibición constitucional del porte y consumo de estupefacientes, que hoy se tropieza con la nefasta dosis personal.
La gran mayoría de los consultados se inclinó por la eliminación de esa permisiva y peligrosa modalidad de legalización del micro tráfico de narcóticos.
El reconocimiento a la labor pedagógica cumplida por el maestro Luís Miguel Bermúdez, ponderada por Bill Gates, al seleccionarlo entre los mejores 10 educadores del mundo, es una lección ejemplar que debe extenderse a sus colegas, por cuanto su tarea fue ideada a partir del reconocimiento de una situación real que hay que verla sin prejuicios y criterios “mojigatos”.
Hace tan solo 15 días inició, en la ciudad de Bogotá, la nueva etapa de recolección de basuras. Van a ser ya más de quince años en que distintas administraciones han intentado llevar a cabo un proceso licitatorio con este fin.