Cayó “La Piña santandereana”, tras 20 de años de manejar el más lucrativo negocio, que aún esconde a los verdaderos responsables, que se camuflan, al parecer con la complicidad de las propias autoridades de Floridablanca.
Recuerdo la primera vez que vi la nieve caer. Estaba en St. Louis mirando por la ventana hacia la casa azul del frente sobre la Avenida Schollmeyer, esperando y escuchando la entrecortada transmisión de la KMOX con las últimas noticias sobre la nevada. Yo con clase a la mañana siguiente, pero trasnochado por esas ganas frenéticas de presenciar por primera vez aquel desconocido fenómeno. Finalmente, empezó sobre la una de la madrugada.
Nos encontramos a dos meses de las elecciones parlamentarias, posiblemente acompañadas de consultas para definir alianzas entre diferentes candidatos a la Presidencia, que entrarán a competir en la primera vuelta y lo más seguro una segunda vuelta por la Jefatura del Estado. Todo un semestre electoral.
ESTE 2018 será bien movido en Colombia y en el mundo. Habrá agite geopolítico y estructuras económicas se harán sentir para no perder posición estratégica.
La política global estará pasada por amenazas, chantajes, advertencias y acciones nada diplomáticas con daños colaterales.
El escenario internacional continuará oscurecido por el acecho del terrorismo, el poder del narcotráfico y la crisis humanitaria provocada por migrantes que siguen huyendo de guerras y hambre.
No solo la corrupción mantiene señales de alarma en el país; alrededor de toda convocatoria a la ciudadanía para un proyecto de interés nacional, siempre aparecen, en todas sus formas, vándalos y saboteadores.
Ahora la desconfianza asoma alrededor del Censo Nacional de Población y Vivienda, evento que comienza su primera etapa, prevista por el- Dane- en proceso que espera tener resultados parciales en marzo próximo.
Teniendo en cuenta las correlaciones entre los datos observados y los que se infieren vayamos, si les parece, para inferir sobre cómo podría ser la perspectiva para el 2018 desde diferentes puntos de vista, como lo hizo Da Vinci; con el fin de apartarnos de una visión absoluta y abstracta en la que nos tiene sumergido el régimen corrupto y amoral de JMS y sus cómplices silenciosos, algunos, otros no tanto.
Muchas expectativas asoman a este nuevo año; 1. Una situación económica incierta; 2. Elecciones presidenciales y de Congreso; 3. La transición de las Farc de grupo guerrillero a partido político; 4. La firma del Metro para Bogotá; y 5. Colombia en el mundial de fútbol de Rusia.
Es tiempo de activar los buenos propósitos. De ponerse en camino. De hacer camino. De sentirse camino. De caminar con la compasión como apoyo. Hay que dejarse cultivar para poder crecer en nuevos horizontes, mediante el redescubrimiento de cada cual colectivamente. Tenemos que hermanarnos. Por ello, hace falta desterrar de nuestros abecedarios cualquier muestra de indiferencia o pasividad. Para empezar, quizás debamos bajar de los pedestales para propiciar lenguajes conciliadores y verdaderamente auténticos.
Son muchos los asuntos que se deben resolver en 2018. Lo más inmediato, lo relativo a la elección presidencial y la composición del nuevo Congreso.
“El que no llora no mama” enseña el refrán popular. Una lección que se convierte, políticamente, en la expresión del derecho de petición. Las constituciones colombianas de esa manifestación popular reconocieron un vínculo entre el gobernado y el gobernante en virtud del cual se genera una comunicación para reclamarle a la autoridad el cumplimiento de sus obligaciones.