El cambio profundo, el llamado cambio estructural se ha tornado una planta extraña en Colombia. Nos estamos volviendo cada vez más inequitativos y anquilosados. Nunca fuimos capaces de hacer una verdadera reforma agraria y ahora estamos pendientes de que se cumplan los acuerdos sobre el campo pactados entre el gobierno del Presidente Santos y las Farc. Lo agrario parece ser lo menos importante y urgente de todo el proceso que por fortuna puso fin a un conflicto de más de cincuenta años.
Vergonzoso, bochornoso; el recinto del Congreso convertido en gallera, en caldera del diablo, son algunos de los calificativos que expresaron en los medios los columnistas y la sociedad en general sobre el remedo de debate contra la corrupción, una verdadera “guachafita” protagonizada por la autoproclamada adalid de la transparencia, la dignidad y la decencia, Claudia López, en mala hora acompañada por el senador Robledo. A ese montaje yo le añado tres lamentables atributos.
No era difícil predecir el resultado de las elecciones que tuvieron lugar el domingo pasado en Venezuela. El desenlace de las mismas estuvo claramente determinado por un proceso sistemático de coerción, intimidación y manipulación que deslegitima su resultado y constituye seria advertencia sobre las habilidades de los regímenes dictatoriales de izquierda para barnizar su autoritarismo con pinceladas simuladoras de libertades y garantías democráticas.
Como es sabido, la “Patria boba” fue un lapso de 6 años en nuestra historia pre-independentista, caracterizado por una guerra interna entre centralistas y federalistas, con una causa tan injusta y por lo mismo endeble, que se desarrolló sin aún haber asegurado la independencia de los españoles. ¿Resultado de esa guerra fratricida? El ostensible debilitamiento de la república en ciernes, hasta el punto de que una España maltrecha por la guerra contra el imperio napoleónico encontró fácil emprender la reconquista.
Lo que empezó como un simple rumor en redes sociales, hechos por personas cercanas a pilotos de Avianca y que advertían sorpresivamente sobre el malestar general de los pilotos y la inevitable huelga, ya completa un mes. Como los huracanes, la crisis pasó de categoría 1 a 5 y ahora amenaza con arrasar con todo lo construido en los últimos años en el sector aéreo colombiano e industrias conexas.
La creación de la JEP está viciada desde su origen. Políticamente no era necesaria para concluir las negociaciones entre Santos y Timochenko, así los dos repitan que es la pieza central del proceso de conversaciones.
Tampoco la justifica el argumento de que si no hubiera nacido habría sido imposible concluirlas, debido a la actitud de las Farc.
Por supuesto que ese grupo iba a pedir el oro y el moro, y lo hicieron.
Con frecuencia en las reuniones de salón, en las conversaciones entre amigos o con desconocidos, las gentes se preguntan: ¿Qué se hizo el Partido Conservador? ¿Cuál su postura ideológica frente al proceso de paz? Otro nos dicen: “no hemos oído al conservatismo en los recientes debates que han sacudido un tanto el marasmo clientelista del Congreso” ¿Qué pasa, los conservadores casi no pitan en las encuestas?
Hace apenas cinco años el señor Xi Jinping era un personaje relativamente menor dentro de la élite del Partido Comunista Chino (PCC). La semana pasada, sin embargo, parece haberse asegurado una página propia en la historia de la República Popular, tras la consagración de su pensamiento sobre el “socialismo chino para una nueva era” como parte de la doctrina oficial del partido, que para el caso es el Estado, la sociedad, la economía, todo al mismo tiempo. Con ello ingresa al exclusivo panteón hasta ahora habitado solamente por Mao Zedong y Deng Xiaoping.
Entre las muchísimas funciones que se la han asignado al Estado hoy en día, se destaca la de proteger a los débiles. Por eso lo vemos amparando los niños sin hogar o con entornos que no los protegen, o a las madres que son “cabeza de hogar”, o a los ancianos que viven en extrema pobreza. Eso está muy bien. Valdría la pena hacer fuerza para que el Estado y en general todas las instituciones públicas y privadas velen por la vida de las familias para que se pueda desarrollar de la mejor manera posible.
Después de su amplia alocución al Episcopado Colombiano, cuyo contenido amerita detenida reflexión de toda la comunidad eclesial, pasó el Papa, a otra reflexión, cuidadosamente preparada, para el Comité Directivo del Celam, y algunos Obispos más representativos del Continente. No podía menos de evocar enseñanzas dadas en el documento fruto este Episcopado en Aparecida, Brasil, en cuya elaboración el hoy Papa tomó tan grande participación (2017), en el que trazaron líneas pastorales muy apropiadas.