Como suele pasar en nuestro país cuando se aproximan elecciones, faltando menos de un año para que termine el mandato del Gobierno, se empieza a ver cómo los funcionarios que vienen ejerciendo pleno poder olvidándose en ocasiones de los ciudadanos a los que deberían servir, empiezan a percatarse que su poder puede acabarse y que resulta entonces conveniente acercarse nuevamente a aquellos a quienes decían servir, pero que durante tantos años ignoraron desde la prepotencia de su mal entendido cargo.
En menos de un suspiro llegan los aniversarios, indetenibles como el cambio de las estaciones. Aniversarios de hechos importantes que han dejado huellas profundas y diferentes emociones en nosotros.
Unos son para celebrar, para sentirnos triunfadores, para agradecer a la vida sus bondades. Fechas relacionadas con amores y pasiones irrepetibles, que al recordarlos nos hacen vibrar: el primer beso, las primeras promesas, los años que llevamos en nuestro matrimonio o en una relación trasendental. Fechas que nos llenan de emoción, como los nacimientos de hijos y nietos.
Dolor de patria y de policía por los duros, confusos e indeterminados los sucesos acaecidos el 5 de octubre en Tumaco, vereda Puesto Rico. Los que conocemos la región sabemos la diferencia tan marcada entre el casco urbano y la zonas selváticas del entorno, por lo tanto comprendemos lo complicado para la policía y los mandos, enfrentar una misión tan compleja como erradicar de coca esa región. El Director General y el Director Antinarcóticos se han comprometido con el programa, y sus hombres cumplen las consignas con estoicismo y valor.
Después de un mes de iniciada la huelga, así tengan razón los pilotos en algunas de sus peticiones, debe levantarse.
Colombia, desde siempre ha sido un país de regiones. Como lo afirma López de Mesa, “Colombia es un archipiélago de regiones” y estas, en concepto del ex constituyente Juan B Fernández R “son entidades perpetuas”. Pero tuvimos que esperar hasta la Constituyente de 1991 para se reconociera su existencia, además de su “autonomía para la gestión de sus intereses”, al igual que las demás entidades territoriales, una vez que se erijan como tales.
La relativa cercanía de las elecciones parlamentarias y de las presidenciales en 2018 ha ido poniendo el tema de las coaliciones, alianzas y transfuguismos políticos de moda.
La política en Colombia podría definirse como el arte de hacer todo lo posible para esconder lo que en realidad se es. Cada político o cada agrupación política se esconde detrás de una montaña de eufemismos para falsear lo que de verdad son o representan. Y para lograrlo, a lo que más apelan es a la proverbial mala memoria de los colombianos.
Basándose en una farsa de referendo que no ha podido ser más ilegal y caricaturesco, los grupos secesionistas catalanes han querido proclamar la independencia de Cataluña.
Como era de esperar, se han movilizado a más no poder, han convocado huelgas, han agredido a la Policía Nacional y a la Guardia Civil, han amenazado a sus contradictores y se presentan como víctimas ante todos aquellos ingenuos que solo aciertan a preguntarse, “¿Y por qué no los dejan decidir?”
Poco a poco vamos conociendo cómo funcionaba el “cartel de la toga”. A través de abogados y fiscales, magistrados de la Corte Suprema de Justicia, recibían sobornos a cambio de absoluciones y condenas. Por ahora es muy poco lo que sabemos sobre esta red de corrupción, que involucra a altos funcionarios del Estado. No son casos aislados, montaron una estructura criminal para saquear al Estado de manera organizada y sistemática, con la participación de jueces y parlamentarios, pero también del Gobierno. El negocio era redondo y bien pensado.
Lo que antes se denominaba a mucho honor como "militancia política', con su respectiva inscripción y carnetización en los partidos ante los cuales se guardaba lealtad y disciplina según lo dictaban los estatutos basados en principios ideológicos, se fue descomponiendo en un sectarismo aberrante que terminó en violencia partidista por muchos años.