Era un viernes 26 de enero; vivíamos en México, y faltaban cuatro meses para que naciera nuestra hija.
Muy cerca de la casa, la panadería Monserrat, en el número 173 de la calle Puebla, se vistió de fiesta: El Papa Juan Pablo II -en el primero de los cinco viajes que hizo al país de la Lupita- pasaría a menos de media cuadra en su recorrido por la avenida Insurgentes, la misma que atraviesa de norte a sur el Distrito Federal.