EL peor pecado que el establecimiento podría cometer sería mostrarle al obispo de Roma la Colombia que no es.
La mayor mentira sería hacerle creer al sumo pontífice que somos un país unido, solidario, justo, equitativo y temeroso de Dios.
No haríamos ningún bien a la fe y a la esperanza pretenderle mostrar al papa Francisco un país sin brechas ni distancias, sin odios ni divisiones, sin polarizaciones ni enfrentamientos, sin corrupción ni desprestigio de la clase política.
Un acto de sinceridad, perdón y verdad frente al Papa.