El mundo está polarizado, todo se mueve entre extremos y ello no es ni bueno ni malo, simplemente es. Las polaridades hacen parte de la existencia: la vida fluye a partir de opuestos como día-noche, luz-oscuridad, bueno-malo, justo-injusto… Las categorías objetivas son más sencillas de aplicar, pues no requieren más que la evidencia desde los sentidos.
No son pocos los que hoy en día ven con asombro y hasta con preocupación la inmensa actividad religiosa que se desarrolla en nuestra sociedad. Nuestros templos viven abarrotados, las casas de ejercicios espirituales tienen reservados sus aforos para más de un año, las peregrinaciones a los santuarios marianos no cesan. Se encuentran grupos de oración doquiera uno se dirija. La Biblia se luce hoy en día como lo más natural en el ajuar personal. El Rosario y su infaltable camándula están en un periodo de resurgimiento que ya quisieran haber visto los abuelos.
Cuanto honor y alegría sentimos cuando se va acrecentando el número de colombianos llevados a los Altares, como testigos de la fe y en su dignísimo o vivir. Allí están la Madre Laura Montoya, el Padre Mariano Eusse y otros diez que con su vida y su martirio han pregonado su fidelidad a Dios, y ha buscado el bien de sus hermanos. La exaltación a Beatos de Mons. Jesús Emilio Jaramillo y del P.
Desde cuando propusimos el Programa que hoy se conoce como Banca de las Oportunidades (agosto 2005) planteamos que era necesario focalizar el gasto social y desarrollar una cultura institucional para combatir la pobreza y explorar enfoques innovadores de acuerdo a las recomendaciones del Grameen Bank, en Bangladesh. Para combatir la pobreza no hay recetas mágicas y el vaivén de nuestra economía, por el colapso de la renta petrolera, obliga a persistir en lo logrado y a releer los datos para encontrar los caminos inciertos que conduzcan a descifrar la economía de los pobres.
Una de las características que tenemos los colombianos, como pueblo y como sociedad, es el profundo apasionamiento que no solo acompaña muchas de nuestras actividades, sino también nuestras relaciones políticas. No solo solemos ser viscerales en términos regionales, sino también en términos institucionales y muy especialmente cuando se trata de construir nuestra propia cultura política. Es una pugnacidad, un antagonismo, y una intolerancia que, entre otras cosas, han sido la causa de muchos años de confrontación sangrienta.
Es conocido por los estudiosos de los idiomas, de la manera como éstos se utilizan, cómo cada región en donde se habla un idioma existen giros que lo hacen único o por lo menos identificable con la región en la cual se usa. Me refiero en particular a mi idioma, el español, digamos mejor el castellano que es el de Castilla, porque en España se hablan bastantes idiomas que acusan usos y maneras de hablar diferentes.
Una gran hecatombe nacional se produjo en días pasados por el enfrentamiento entre dos grandes gladiadores, el expresidente Álvaro Uribe Vélez, destacado líder y Daniel Samper Ospina, periodista a quien siguen millones de twiteros.
Ambos cuentan con furibundas barras bravas que los defienden a muerte, no permiten que ni siquiera sean tocados con el pétalo de una rosa, pues son considerados dioses libres de toda mácula.
Una razón de esta pena es que es justo equiparar la pena y la gravedad del delito. Si el asesinato es el mayor de los crímenes, debe ser castigado con la mayor de las penas. Aún los Estados que niegan la pena de muerte en sus leyes, la aplican en los casos de guerra y revoluciones.
Darío Restrepo Restrepo es autor de “El Mito de Sísifo o Veinte Años de Pujanza Descentralizada”, es decir, el último de los artículos incluidos por Gabriel Misas Arango (editor) en Desarrollo Económico y Social en Colombia. Siglo XX (Universidad Nacional de Colombia, Sede Bogotá, Bogotá, 2001).
Mientras libro una batalla contra el insomnio, recuerdo al personaje de La Lotería de Babilonia, de Jorge Luis Borges, y repito: “soy de un país vertiginoso donde la lotería es parte principal de la realidad; (…) he pensado tan poco en ella como en la conducta de los dioses indescifrables o de mi corazón”.