Por creer que funcionan mal, vale la pena insistir en la urgente necesidad de hacerle una profunda cirugía al conjunto de normas que regulan nuestro mecanismo electoral.
Cualquiera podría señalar muchas de sus falencias, pero, a manera de ejemplo, revisemos solo algunos casos protuberantes: al tomar las elecciones de 2014 son notorias algunas claras divergencias entre los resultados de las parlamentarias y las presidenciales, realizadas con muy pocas semanas de diferencia.