La desaparición de las Farc como grupo armado ilegal es una buena noticia para Colombia.
Nadie podría atreverse a negar semejante verdad, que puede dar a lugar a nuevas realidades y posibilidades, cuyo surgimiento beneficiará a millones de compatriotas.
La imagen de los miembros de esa organización caminando hacia las zonas en donde se ubicarán y pondrán las armas que usaron contra tantos ciudadanos en poder de la ONU produce esperanza, desde luego.