La reforma constitucional de Carlos Lleras Restrepo, en 1968, estableció la dictadura tributaria. En efecto, toda iniciativa en materia impositiva debe ser propuesta por el Gobierno y al Congreso únicamente le queda la opción de aplaudir o no la propuesta. Esa reforma, sostenía el profesor Jacobo Pérez Escobar, fortalecía al Ejecutivo “para que pueda atender los problemas económicos y sociales propios de un país en vía de desarrollo, pero dentro del mayor respeto por los derechos y garantías esenciales del individuo”.
En realidad no resonaron más de un día, las noticias sobre artefactos explosivos colocadas en las cercanías e instalaciones de la Dian, un acto que no debe pasar desapercibido para las autoridades ni la ciudadanía en general, pues de esto se desprenden muchos interrogantes, que se quieran o no, deben activar las alarmas hacia futuras situaciones similares.
La corrupción, de diferentes clases, es un mal mundial, ha existido a través de los siglos, la protuberante se relaciona con el afán de enriquecimiento ilícito. Se enquista en el sector público y en el privado, adquiere proporciones alarmantes en el primero, el Estado es el principal financiador de los corruptos, dispensador de favores, otorgante de contratos, tranquilamente se pasa de ser funcionario a representante de empresas oferentes de bienes y servicios.
La democracia (el peor de todos los sistemas políticos, con excepción de todos los demás, como decía Churchill) funciona con base en la separación de poderes, un sistema de contrapesos y frenos que mantiene la independencia de esos poderes, y un voto popular que expresa la voluntad de la mayoría. El derecho es el conjunto de reglas que mantiene el equilibrio en las relaciones de una comunidad, sea estatal o internacional.
Desde el 18 brumario Carlos Marx, agregando un texto de Hegel, sostenía que los hechos se suceden, primero como tragedia, luego como comedia. En Colombia, donde, como decía Julio Flórez, todo nos llega tarde, la comedia de los hechos repetidos aún no ha llegado. Pero la repetición, sí. Y siempre como tragedia.
Con los indultos presidenciales suele suceder algo parecido a lo que pasa con los premios Nobel: algunos de ellos resultan incomprensibles.
Nadie discute que el presidente de los EEUU tiene la facultad de otorgar indultos a quien le plazca.
Tampoco es relevante que el presidente Obama haya sido el que mayor uso haya hecho de la figura.
Asimismo, la idea de que todo individuo tiene derecho a una segunda oportunidad no solo es inspiradora sino apodíctica.
Fue la violencia de todo género la que sirvió de catalizador del desplazamiento forzado de más de 6.9 millones de personas, que convirtieron a Colombia, según Acnur, en el primer país en el mundo afectado por este flagelo, por encima de Siria e Irak. Esta es una verdadera tragedia humanitaria, que vino a acentuar la enorme brecha entre el campo y la ciudad, que se puede sintetizar en el enorme contraste de los indicadores tanto en NBI como el de pobreza e indigencia.
Juan Manuel Santos se ha dedicado a graduar de actores políticos a los carteles del narcotráfico, lo hizo con las Farc y ahora pretende hacerlo con el Eln. Sin exigir la liberación de los niños reclutados en las filas guerrilleras, ni la entrega de los secuestrados, el Gobierno Nacional ha hecho excesivas concesiones políticas, económicas y judiciales a las Farc.
Cada ser que encarna tiene una misión, un propósito para estar en el mundo. Caroline Myss nos lo plantea como el Contrato Sagrado; para el cumplimiento de tal contrato requerimos ciertas condiciones existenciales, a partir de las cuales nos proveeremos los recursos necesarios para llevar a cabo la misión. Vamos construyendo nuestra existencia, paso a paso, y nada de lo que en ella ocurre es accidental o providencial.
La Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia, acaba de publicar la segunda edición de su libro “El Registro Mercantil en Colombia”, bajo la edición general del doctor en historia Rodrigo Puyo Vasco, la dirección de Lina Vélez de Nicholls, el prólogo de Pablo Felipe Robledo y la participación de diecinueve tratadistas.