Se deduce de las encuestas, casi como un axioma a veinte días de la primera vuelta de las elecciones presidenciales, que el esfuerzo por parte de las campañas está en convencer a abstencionistas, indecisos y el voto en blanco. Esto en medio de una polarización que en muchos casos toca el fanatismo, extremismo y hasta la vulgaridad como opción de mofa, para desvirtuar al candidato o poner un velo a ciertas actuaciones.
En los últimos años la tierra ha sufrido tremendas arremetidas de la naturaleza trayendo con ello grandes desastres en diversos puntos del planeta. Los terremotos, maremotos y tsunamis. Los incendios forestales e inundaciones muestran una actividad sísmica y violenta de la naturaleza, unida a la mano irresponsable del hombre.
Los recientes acontecimientos nos llevan a recordar, una vez más, que uno de los valores fundamentales de nuestra organización estatal reside en la garantía de la vida, la integridad, las libertades, los bienes, la tranquilidad y los demás derechos de los gobernados.
Se va acercando el día 29 de mayo, fecha en la cual se llevará a cabo la primera vuelta para elegir Presidente y Vicepresidente de la República para un periodo de cuatro años que iniciará el 7 de agosto del presente año, en medio de un ambiente de problemas de orden público y de falta de credibilidad y desconfianza en el manejo de la Registraduría Nacional del Estado Civil.
Un buen líder enfrenta los problemas por más graves que sean, nunca se esconde, y menos aún se los pasa como papa caliente a sus subalternos. Esta cualidad ha sido una de las más repetidas en las biografías de los grandes lideres de la historia: lo vimos con Lincoln, Churchill y recientemente lo vemos con el presidente Volodomir Zelensky.
“Expropiaron mi reputación”. Esta dolorosa frase del expresidente Álvaro Uribe, pronunciada luego del fallo de una juez que negó la solicitud de preclusión de la investigación en su contra, no puede ser más cierta: a Álvaro Uribe, sin duda, le ¡expropiaron su reputación!
La imagen del jefe de la operación militar especial en Ucrania debe diferenciarse de la que corresponde a ciento cuarenta y cinco millones de habitantes de los diez y seis países que después de la disolución de la Unión Soviética a finales de 1991 integran la Federación Rusa, pobladores de la novena parte de la tierra firme del globo.
El país viene soportando una tensión bien preocupante, generada por la incertidumbre que crean las distancias tan considerables entre los extremos de izquierda y derecha en medio de la campaña electoral, indisposiciones entre candidatos, las encuestas, los debates y todo potenciado por el estallido social que debimos sufrir y que sorprendió al país, las autoridades y la fuerza pública.
La Constitución señala que a la Corte Constitucional “se le confía la guarda de la integridad y supremacía de la Constitución, en los estrictos y precisos términos” del artículo 241, el que a su vez determina la facultad de la Corte para decidir las acciones de constitucionalidad y, en su numeral 9, “revisar, en la forma que determine la ley, las decisiones judiciales relacionadas con la acción de tutela de los derechos constitucionales” de las personas naturales. Ni siquiera las jurídicas.
La declaratoria de inconstitucionalidad de una norma despierta en sí misma interés tanto por conocer sus fundamentos, así como por sus efectos. Pues, como mecanismo de control previo o posterior da cuenta y corrige eventuales fallas en el proceso de formación, interpretación o aplicación de la Ley.