Se conoció la semana pasada la sentencia de la Corte Internacional de Justicia de La Haya, la segunda en el conflicto entre Colombia y Nicaragua, que desata una demanda de Nicaragua contra Colombia por supuestas violaciones de derechos soberanos y espacios en el mar Caribe.
Putumayo tiene 20 mil hectáreas de coca y es el tercero en producción a nivel nacional. Se repite lo que sucede en muchos lugares de Colombia, donde hay una guerra entre las dos organizaciones criminales para controlar el negocio: el Grupo armado residual “Carolina Ramírez” de Gentil Duarte, y el GAOr “Comandos de Frontera” o “Frente 48” de Iván Márquez. Entre 2021 y 2022 han tenido más de 27 confrontaciones, 271 ataques a la población civil y 228 homicidios. Es imperioso que el Estado actúe para evitar que su guerra siga asesinando ciudadanos inocentes.
Escopolamina. Así es que el crimen se sale con la suya en Bogotá y como no, en diferentes lugares del país. Las victimas caen de manera fortuita y si es que despiertan, no recuerdan nada de lo sucedido. Con la conocida popularmente como “burundanga”, los maleantes, en este caso, sin discriminación de género, como tal vez alguna defensora radical del feminismo quisiera reivindicar, utilizan esta droga de diferentes formas para cometer cualquier delito.
Superar el empobrecimiento asociado al control de la pandemia ha sido con las respectivas medidas de salubridad y vacunación, el gran desafío de todo gobierno, sin considerar las amenazas de los posteriores estallidos sociales e incluso la guerra. Pensar en cómo afectar lo menos posible la senda de prosperidad de muchos hogares y evitar su caída a situaciones de pobreza fue un reto que todavía cuesta e incluso representa el endeudamiento en el largo plazo.
Pero la agitación electoral no ayuda a notarlo. Si bien es más fácil comentar que gobernar, la resaca de lo que ocurrió pesa más justamente en elecciones. Y la corriente política que gobierna no sale bien librada ante ella misma, tanto menos ante la oposición. Se le recordará como el gobierno de la pandemia, también el de la inflación, será juzgado por su inoperancia en disminuir los índices de concentración de la riqueza, fiel en eso al modelo de dónde provino.
Algo que poco se entiende y menos se asimila es la fraternal solidaridad colombiana con nuestros hermanos venezolanos. Conocer una cifra exacta del número de emigrantes venezolanos a nuestro país es difícil, puesto que la información oficial de registrados con el PEP (Permiso especial de permanencia) superan los dos millones.
Se ha recordado en estos días el célebre discurso del 9 de mayo de 1958, pronunciado en el teatro Patria -en Bogotá- por el expresidente Alberto Lleras Camargo.
El fallo de la Haya sobre la demanda de Nicaragua contra Colombia fue analizado por el gobierno de Iván Duque y la mayoría de la prensa como positivo para Colombia.
Hace un año veíamos lejos un regreso a la normalidad, los gobiernos alrededor del mundo utilizaron toda su creatividad para imponer las más absurdas restricciones a la libertad, supuestamente basados en la ciencia (aunque nunca mostraron la evidencia). Recuerdo cuando la alcaldesa Claudia López prohibió comprar libros y revistas en los supermercados como si leer propagar el covid-19. Lo que si hacía leer seguro era tener una ciudadanía más y mejor informada que no se hubiera dejado imponer medidas restrictivas.
Sería muy grave que un general de las Fuerzas Armadas salga a decir por quién votar o por quién no hacerlo. Esa clara participación en política electoral está expresamente prohibida por la Constitución y debería acarrear sanciones graves.