El filósofo alemán Immanuel Kant, autor de la Crítica de la Razón Pura, concibió: “la dignidad puede considerarse como un valor intrínseco de la persona moral, dignidad que no puede ser confundida con ninguna mercancía, dado que no se trata de nada intercambiable o provechoso”.
Culmina un año que puede denominarse de transición, pero que resultó al final determinante para lo que le espera al país en el próximo lustro por lo menos. No solo por lo que sucedió, sino por lo que logró incubar en las decisiones que se tomarán en los próximos meses.
Las cifras fiscales con que cierra el 2021 son excelentes. Pero hay que tener cautela. No es bueno dejarse invadir por un optimismo desbordado. Los resultados fiscales anunciados son muy buenos, es cierto, pero la complejísima situación fiscal del país está lejos de haber sido resuelta.
¿Quién pudo llegar a pensar que el nacimiento de uno o más niños se convirtiera en un problema grave para algunas personas y quizás para sociedades enteras? Problema grave porque no quieren a los niños bajo los pretextos más oscuros que se pueda uno imaginar. A mi modo de ver el argumento sobre el cual poco se dice es un egoísmo terrible, un espíritu de comodidad que raya en lo antihumano, un deseo de no compartir la vida a fondo con nadie, un narcisismo llevando a sus límites más insospechados.
Según el sector político con el que se trate el tema de los resultados de las elecciones chilenas del domingo pasado, que le dieron el triunfo a German Boric, la palabra devenir -en sus diversos significados, moderados o extremos- se aplica a la situación de cambio político radical que vive el país austral. Sea en cuanto lo que viene o al derivar en paranoia. De un modelo democrático tradicional y neoliberal, se salta a otro de corte social, populista o comunista.
Es tiempo de resúmenes y balances. Los hacen los noticiarios, los periódicos, y los magacines algo más sofisticados. También los comentaristas de cualquier materia, y, cómo no, los analistas políticos (los que se ocupan de la política nacional, y los más osados, que se arriesgan con los asuntos internacionales).
Con título de eliminatoria, mi tema de hoy es inevitable, por la comparación a que obliga el triunfo del comunista Boric en Chile, con la posibilidad de algo similar en Colombia con el progresista Petro.
De nuestro interior siempre salen los deseos más sublimes, las felicitaciones más armónicas en una conjunción de abecedarios poéticos, que nos llevan a vivir este tiempo de la Navidad, en su valor más profundo, que es lo que realmente nos pone en movimiento las cuerdas del corazón, de modo que también nuestra alegría no sea hueca, sino transcendental.
En el umbral del debate electoral se constata que en Colombia la política ha perdido mucho de su esplendor y su capacidad de convocar y estimular debates que contribuyan a la superación de los inmensos retos que enfrentamos. Los prolegómenos en los meses recientes desnudan unos egos sin causa, incapaces de captar las aspiraciones ciudadanas, de comprender las dificultades que enfrentamos como sociedad y, por consiguiente, de inspirar credibilidad y optimismo en nuestro futuro inmediato.
En medio del agitado clima de proyectos de Gobierno al Congreso y, del ambiente alrededor de las campañas electorales, no se caiga en clima deplorable por desorden, pensando más en listas y votos. Las exigencias sin duda van a valorar el perfil del nuevo año.