Hace unos pocos días el Nuncio Apostólico en los Estados Unidos, un obispo francés, dirigiéndose a los obispos norteamericanos sobre el tema del aborto, les propuso asumir una posición pastoral de escucha y bajarle a la actitud política y muy ruidosa con que se asumen a veces ciertos temas delicados. Incluso les preguntó por la cantidad de abortos que se han evitado a punta de negar la comunión a unos u otros.
Es fácil caer en tentaciones, y se entiende que así ocurra. La naturaleza humana es frágil y propensa a ceder ante las seducciones del mundo.
Don José Ortega y Gasset, decía que ``ser de izquierda es, como lo es ser de derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil; ambas, en efecto, son formas de hemiplejia moral''. El filósofo español por lo general brillante y polémico, con una vigencia extraordinaria en cuanto a sus análisis de la sociedad y el individuo en medio de “La rebelión de las masas”, se le escapan ciertos aspectos de la vida colectiva y política, en cuanto no todas esas posiciones en ese campo obedecen a una decisión libre.
No hay otro modo de continuidad de la especie. O caminamos unidos en verdad, bajo el paraguas de la clemencia necesaria, dándonos aliento unos a otros para no fenecer, haciéndonos más libres y humanos para que cese esa fiebre que todo lo disgrega, bajo la angustia de la desesperanza y el tormento, o nos hundimos definitivamente en nuestras propias miserias humanas. Ahora, todavía tenemos la solución; es cuestión de ponerla en práctica, de no confundirse de andar ni de camino.
¿Cómo podemos re-crearnos? ¿Cómo llevamos a la práctica la autopoiesis, individual y colectiva? La clave está en la conexión con nosotros mismos.
Viendo por la televisión la última entrega del programa "Séptimo Día", literalmente nuestro ánimo se fue por los suelos. Se nos arrugó el alma al darnos cuenta del pavoroso infierno en que viven las víctimas que, valientemente, se atreven a denunciar a los forajidos. Ellas se encuentran inermes e indefensas porque nada ni nadie las ampara y protege.
En algún momento todos hemos tenido un familiar o persona cercana que ha necesitado el cuidado de una persona. Ya sea porque se encuentra en etapa final de la vida o porque por diferentes circunstancias necesitan ayuda para las actividades básicas de la vida diaria, como comer, bañarse o vestirse.
La presencia y activismo del secretario general de la ONU en Colombia, Antonio Guterres, expresidente de la internacional socialista, suscitó nuevamente el debate cada día más candente que sacude hoy al mundo, relativo a la coexistencia de la soberanía nacional con la que correspondería a las organizaciones internacionales.
En esta época de pandemia rondan dementes sueltos por ciudades y pueblos. No padecen de ninguna enfermedad severa. Digamos mejor, sus pensamientos se originan en rumores carentes de soporte científico, en contra de los derechos humanos.
En el Brasil, país planetario, todo es gigantesco. El Amazonas, el río más grande del mundo, sus montañas inabarcables, sus llanuras anchas como un siglo, sus costas tormentosas. A pesar de esto, lo más trascendental y valioso del Brasil es “el elemento humano”. Cuando pisé por primera vez Río de Janeiro, constaté algo sorprendente: al brasilero nada le queda grande. Con asombrosa energía ha sometido una naturaleza indomable y bravía.