Allí, como si esperaran a la orilla del tiempo, se encuentran todos los nombres. Están tallados en piedra con la intención expresa de trascender y permanecer más allá de la muerte, grabados como testimonio indeleble de su paso por la vida, en vida, y del amor de quienes les sucedieron en el tiempo.
Con la elección por parte del Directorio del Banco de Desarrollo de América Latina, antes Corporación Andina de Fomento (CAF), del exministro y actual Director ejecutivo por Colombia y Perú del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) Sergio Díaz-Granados se le abre a Colombia una ventana de oportunidad, justo en el momento en que más la necesita. La CAF es un banco de fomento y desarrollo y es reconocida como una de las principales fuentes de financiamiento multilateral para la región, con aprobaciones que superan los US $14.000 millones anualmente.
Hace un mes hablábamos sobre el valor de la solidaridad que debe tener una sociedad haciendo referencia a la actitud deportiva de nuestros ciclistas cuando un día malo para uno de ellos puso en riesgo el trabajo de muchos meses y su gregario, también colombiano, le dio una dosis de ánimo y despertó en él espíritu de lucha.
La pandemia sigue haciendo de las suyas en Colombia. Llevamos semanas con aproximadamente 500 muertos diarios y aunque en Bogotá se haya anunciado que no habrá quinto pico, el panorama en el resto del país y aún en la capital, no es alentador. Si bien es cierto que el plan de vacunación viene avanzando positivamente, uno de los elementos básicos para contralor la pandemia está fallando: las pruebas.
Los colombianos vimos la realidad de los bloqueos que la Cidh no quiso ver; la brutalidad de encapuchados que, a machete limpio, impedían la movilización de personas, mercancías, alimentos y ambulancias en carreteras y vías urbanas. Los colombianos sufrimos y seguiremos sufriendo las consecuencias, porque pagaremos el costo billonario de la quiebra de empresas, pérdida de empleos, desabastecimiento, paralización del comercio exterior y desestabilización económica.
Una verdadera montonera de precandidatos presidenciales, de todos los pelambres y para todos los gustos y disgustos, es la que hoy se aprecia en busca de los avales, apoyos y coaliciones que al final sentaran en el solio de Bolívar al sucesor de Iván Duque.
18 detenidos, 3 abatidos y 5 prófugos, es el número de nacionales involucrados en uno de los episodios más vergonzosos internacionalmente para nuestro país, pero a la vez más confusos para una opinión pública que aún no sabe que creer.
Espero no ser quien notifique al Ministerio de Defensa que el próximo martes 20 de julio, el ilegítimo y autoproclamado Comité del Paro junto con su brazo armado, el grupo delincuencial denominado ‘primera línea’ y otras yerbas guerrilleras, buscarán tomar la capital de la República y otras regiones del país para devolvernos al caos de los últimos meses.
El presidente Duque solía decir que en Colombia hay muchos problemas que se dejaron envejecer mal, pero pasados tres años de su gobierno varios no solo no se empezaron a solucionar, sino que han venido estallando. Entre ellos la seguridad, en sus distintas expresiones y dimensiones.
Me llamó la atención no tanto que Fitch bajara la calificación de inversión, sino las razones que esgrimió para ello en su comunicado de prensa. El principal argumento que adujo es que le parece muy poco drástico el Marco Fiscal de Mediano Plazo (MFMP) al mantener por dos años más un programa de gasto público moderadamente expansivo, como el que se viene practicando.