La Ley Eléctrica 143 de 1994 tuvo su origen en las lecciones aprendidas del apagón de 1992 - 1993, y gracias a ella el sistema eléctrico del país ha ganado en confiabilidad y firmeza. Aunque la Ley fijó un plazo de 20 años para alcanzar la cobertura universal de la prestación de este servicio esencial, esta es la hora que, según el ministro de Minas y Energía, Diego Mesa, 500.000 hogares carecen del mismo.
En los últimos días cuando las cifras de contagiados por covid-19 aumentan de manera dramática y el sistema sanitario en algunos lugares de Colombia colapsa, he tenido nuevamente esa incertidumbre sobre el futuro y me pregunto ¿qué debemos aprender sobre todo esto? Lo cierto es que, sin ser un experto en el tema, hay tres situaciones que en este nuevo pico me han generado reflexión.
La crisis del coronavirus nos ha puesto al tiempo ante muchas realidades que abarcan casi todas las esferas de la vida social. Sacando nuestras mejores emociones y también las peores, desde la solidaridad hasta el más crudo egoísmo. Es como si de pronto se hubiesen intensificado los problemas y las dificultades. Y no se puede desconocer el sufrimiento de miles de personas, especialmente por la muerte de sus seres queridos.
Muchos colombianos están indignados con la reforma tributaria que propone el gobierno y con la desconexión que ven entre ministro de hacienda, Alberto Carrasquilla, y las realidades del país. Las reacciones a su declaración de la docena de huevos a 1.800 pesos evidenciaron el sentimiento de rechazo de los ciudadanos frente al proyecto bandera del presidente Duque. Sin lugar a dudas es entendible el sentir de la gente; lo que no tanto, es el nivel del debate alrededor del tema.
La campaña presidencial del 2018 fue la primera desde la década de los 1990 que no giró exclusivamente alrededor de la guerrilla comunista. El entonces candidato Iván Duque no se comprometió con un desmontaje total del ilegítimo acuerdo Santos-Farc, sino que escogió un tenue gradualismo hacia el acuerdo, encapsulado en su célebre frase de campaña: “ni trizas, ni risas”.
Cuando escribo estas líneas, Bogotá, con¡89,9! de ocupación de camas UCI, se acerca a la temida cifra a partir de la cual se dispara la alerta roja y se desata la angustia de cientos de pacientes tras una cama que solo estará disponible si alguien sana… o si alguien muere; a partir de la cual hay filas en los hospitales…, pero también en los hornos crematorios, como ya sucede en Medellín; a partir de la cual los médicos enfrentan el drama del triage ético, el dilema surrealista de a quién darle la oportunidad de vivir y a quién negársela.
Las circunstancias políticas, sobre todo las impuestas por factores externos a los proyectos, y rutas trazadas por el gobierno, en el mes de mayo presentarán ante la opinión nacional un país descuadernado y un panorama poco alentador, que servirá sin duda de caldo de cultivo para las animadversiones y malquerencia que de tiempo atrás arrastra el presidente Duque. Lo único que podría contrarrestar esto sería una campaña agresiva de información que por ahora no se ve.
No deja de ser diciente que al mismo tiempo en que el expresidente Uribe trata de dar marcha atrás en sus acostumbradas actitudes contrarias a la institucionalidad (en estos días se reunió con César Gaviria, no por ser su aliado y menos su amigo, sino porque es el presidente del partido liberal), varios funcionarios del gobierno emplean con frecuencia el término “institucionalidad” queriendo decir que “en el país subsiste la autoridad gubernamental”, como cuando, a raíz del asesinato de la gobernadora indígena Sandra Peña, arribó a Caldono el Ministro de Defensa rode
“El terrorismo nace del odio, se basa en el desprecio de la vida del hombre y es un auténtico crimen contra la humanidad” Juan Pablo II.
Las cifras hablan por sí solas. Los datos presentados por el ministro de Hacienda nos dicen que, de los cerca de $26 billones que se pretende recaudar con la reforma tributaria, $17 billones los aportarán las personas naturales y solo $3 billones saldrán de las empresas. La desproporción es evidente.