Es muy grave lo que ha revelado la revista Semana sobre interceptaciones y seguimientos ilícitos y sin orden judicial contra periodistas nacionales e internacionales, políticos de oposición y magistrados, mediante el uso indebido de los mecanismos técnicos de la inteligencia militar.
Nada más preocupante que un nuevo escándalo en las instituciones militares, en semejante crisis que estamos viviendo como es la pandemia. Es la denuncia por seguimientos y perfilamientos ilegales desde la inteligencia militar, de manera ilegal y sin que se sepa por orden de quién, para qué y con qué intención se estaban haciendo.
Nunca, y lo digo con toda certeza, el mundo había sido bombardeado con tanta información como lo ha sido durante los pasados meses de pandemia.
Bogotá, a consecuencia del coronavirus, soporta restricciones policiales a los derechos fundamentales, todo en virtud de las decisiones que el Dux Iván impuso con el fin de prevenir la contaminación que afecta la salud pública en el mundo.
En cumplimiento a las directrices fijadas por el Gobierno y demás autoridades, que recomiendan prudencia, cordura, cautela y haciendo gala de una gran responsabilidad tanto personal como familiar, he cumplido estrictamente con la cuarentena, motivando con el ejemplo a mis hijos y demás familiares, que a fe mía, también han observado todas las recomendaciones, venidas de los eruditos en el tema y representantes de las administraciones.
En octubre de 1918, cuando se inició la pandemia de la mal llamada gripa española en Bogotá, el alcalde Santiago de Castro, como ahora Claudia López con el Covid-19, llevaba apenas dos meses de posesionado, en ese entonces la ciudad tenía ciento ochenta mil habitantes, treinta y ocho veces menos que en la actualidad, la Higiene Municipal no operó, la procesión de rogativa a San Roque fue en vano, crearon de urgencia una junta de socorro integrada por notables, se paralizaron los espectáculos públicos, el t
Cuando vivíamos en Holanda, de eso hace ya veinte años, a un amigo australiano le metieron una multa por haber sacado la basura a la calle media hora antes de lo permitido.
El carácter polisémico del concepto de confianza institucional y sus diferentes aproximaciones desde la sociología, la psicología, la ciencia política o la economía, hacen difícil abordarlo en breves líneas, pero resulta importante resaltarlo en estos días, pues si en tiempos de normalidad la confianza es un elemento central de la legitimidad y la estabilidad de las democracias, en una situación de emergencia aquella se convierte en un bien preciado que debe cuidarse, pues se trata de una de las claves para sobrellevar y s
Las medidas fuera de lo común del confinamiento por la pandemia, como en toda crisis, en medio de la presión por sortear una muy difícil situación, han generado nuevos métodos, diferentes rutinas y políticas antes no previstas y es de esperar que se conviertan en una conducta en situación de normalidad.
El confinamiento preventivo intermitente será una de las características de la sociedad internacional.
Eso exige repensar la educación, no tanto en los planos logísticos o tecnológicos, como en su razón de ser, esto es, en sus dimensiones esenciales.