Es muy prematuro calcular desde ya el impacto grande que está produciendo y va a generar en el mundo la pandemia del coronavirus. Los países están cerrando sus fronteras terrestres, marítimas y fluviales. Los vuelos internacionales se están suspendiendo, lo mismo que el servicio de trasporte es sus diferentes modalidades al interior de los países.
Covid-19 despertó a los pensadores del mundo, que afanosamente trabajan para salvarlo de los depredadores que lo explotan sin cesar.
Yo di lo mejor de mí y Dios puso el resto.
Hattie McDaniel.
Hay exclamaciones que han quedado esculpidas en la memoria humana como recuerdo de aspectos trascendentales en la historia. Una de esas la del Faraón de Egipto, en los inicios del Pueblo de Dios en el Antiguo Testamento.
La población carcelaria es sin duda una de las más vulnerables ante la crisis desatada por la pandemia del Covid-19; tenemos un hacinamiento que supera el cincuenta y cuatro por ciento (54%) de la capacidad que tiene el sistema de reclusión del país.
Al meditar sobre qué escribir en medio de tanta incertidumbre, asomada al balcón, observando las calles desoladas y el mundo silencioso y en suspenso, una palabra se repetía en mi cabeza una y otra vez: desierto.
Para muchos esta coyuntura del Covid-19 es motivo para el pesimismo y el derrotismo. Otros de nosotros vemos las muestras de creatividad, generosidad y resiliencia. Nos alegra, por ejemplo, ver cómo en el Valle del Cauca empresarios de diversos sectores se unieron y en 48 horas recolectaron 3.000 millones de pesos que se aportarán a hospitales para tener insumos para esta contingencia.
QUE el recuento de muertos por la pandemia global no nos haga perder la cabeza. Resistamos.
Que informaciones dispersas, de buena fuente y desatinadas otras, no nos embolaten el norte. Leer periódicos y oír radio.
Que horror de las cifras e imágenes no nos causen pánico y descontrol.
El mundo afronta un momento bastante especial, como nunca lo había vivido esta generación. Estamos confinados, protegiéndonos como especie de un virus que nos está poniendo de presente lo frágiles que somos. La especie a nivel global se encuentra en un periodo de quietud y reflexión, cada quien resguardado en su hogar y concentrado en defender lo auténticamente valioso e indispensable: la vida.
A raíz de este problema que amenaza al mundo, vendrán cambios en los patrones de vida, surgirán nuevos paradigmas, la humanidad deberá aprender de lo que esta sucediendo, el ataque de un enemigo poderoso, sin armas, invisible, sutil, veloz y mortal, con enorme capacidad de expansión. No respeta fronteras, ni razas, ni condiciones sociales o económicas, no hace ruido, pero esta siendo capaz de transformar la manera de pensar y proceder de la humanidad.