La pandemia del Covid-19 no pudo haber estallado en un peor momento. Es como si una fatal conjunción estelar hubiera presidido su origen en Wuhan y siguiera animando su expansión por todo el mundo.
Estamos dando palos de ciego, sin darnos cuenta que somos víctimas de ideologías cargadas de veneno que desvía nuestra su misión natural. No estamos viendo que los medios, la ignorancia, y la soledad, nos llevan a creer que la vida es un asunto privado, definiéndonos en una total secularización (que por otra parte hace inevitable vivir en una pseudo-religión y una totalidad esclava), llevándonos a la desesperación. Reduciéndonos, desviándonos, de la verdadera divinidad humana.
Dios de infinita misericordia, Dios del consuelo, dador de todo bien perfecto.
En estas horas de aflicción acudimos a Ti, llenos de confianza.
Recordamos, Señor, cuántas veces has salvado a tu pueblo.
Dar gracias por lo que nos gusta es algo relativamente fácil, aunque no siempre las demos. Agradecer por lo que no nos gusta es más difícil. Y es prueba de que estamos comprendiendo las dinámicas de la vida.
Por las que estamos pasando nunca no lo soñamos. Pero en nosotros está evitar que se nos vuelva una pesadilla. Por vez primera en la historia los colombianos estamos frente a un reto desconocido en sus características, en su desarrollo y, desde luego, en sus alcances. Será, sin la menor duda, una dura prueba para nuestra sociedad y más concretamente para nuestra disciplina social. Sabremos por fin cuánto hemos avanzado en términos de civilización compartida.
Tuvimos que esperar lo peor, el advenimiento del pánico de la mano de una pandemia universal, para darnos cuenta de que el Estado es muy grande, lerdo, lelo e incompetente para afrontar con éxito situaciones críticas de vida o muerte.
Siempre se recuerda con fervor la famosa frase de los franceses, en el sentido de que el Derecho sin el apoyo de la fuerza es inoperante y la fuerza sin el Derecho es la barbarie. Como seguimos celebrando el Bicentenario de la Independencia y también se recuerda con orgullo la vocación civilista de Colombia que nació con la famosa Constitución de 1821.
La ciudadanía se mantendrá expectante con relación a los recursos dispuestos por el Gobierno Nacional para paliar la crudeza del coronavirus, y sus incidencias en economía, comercio y trabajo, una vez se reduzca la pandemia.
Acontecimientos aparentemente triviales, los cuales no guardan proporción con lo que de ellos se derivaron, han sido si no constantes en la historia, si han constituido móviles que invitan a la reflexión, pues han sido motivos de reflexión por la tradición y la importancia mundiales.
Según estudios a nivel mundial, el comportamiento de la humanidad es el resultado de factores biológicos, sicológicos, culturales y sociales que interactúan simultáneamente para producir una manifestación.