Es común aseverar que en Colombia pasa de todo, tal como que las noticias de hoy suelen opacar las de mañana. Y a su vez que tiene una alta resiliencia, en el sentido que en medio de grandes dificultades, siempre se levanta, o mejor no se paraliza, sigue adelante, con inclusión entre los países más felices del mundo. De igual forma se dice que los hechos violentos y la economía van por caminos diferentes.
Desde hace 27 años, cada año, se repite el mismo ritual exculpatorio en la Asamblea General de la Onu.
Los cubanos, campeones mundiales del victimismo (opresor) reciben, cada otoño, una multitudinaria ovación como licencia para perpetuar el despotismo.
El bombardeo de las FF.MM a un campamento ubicado en zona selvática del sur del país de lo que técnicamente se llama una GAOR (Grupo Armado Organizado Residual) dentro del que se hallaba localizado un individuo de los que los reglamentos militares permiten identificar como un OMAVE (Objetivo Militar de Alto Valor Estratégico) u OMINA (Objetivo Militar de Interés Nacional) terminó con un lamentable saldo de varios menores de edad muertos, lo que actualizó la vieja instrumentalización de los niños como arma política
A raíz del enardecimiento de su población y de las multitudinarias manifestaciones, sin precedentes en los 29 años de vida democrática de Chile después de la caída del sátrapa Augusto Pinochet, el Presidente Sebastián Piñera reaccionó espetando que “estamos en guerra contra un enemigo poderoso, implacable, que no respeta a nada ni a nadie”, asumiendo e insinuando que eran fuerzas externas, extrañas al país, quienes aupaban y estimulaban la protesta.
Cuando el candidato Petro perdió las elecciones presidenciales pronunció dos sentenciadoras frases que extrañamente pasaron desapercibidas: la primera, que reconocía la victoria de su adversario no porque así lo avaló lícitamente el Estado colombiano a través de la registraduría nacional, sino porque sus propios e íntimos informes así se lo indicaron. La segunda, que la oposición se llevaría a cabo en las calles no en el Congreso de la República y en los cuerpos colegiados.
“En últimos años lo que hacemos es marchar y marchar”
“Hay una gavilla para desestabilizar a Duque”
NADIE pone en duda el derecho a la protesta social. Lo que rechazamos, mirando el aterrador espejo del vecindario, es el vandalismo y la sinrazón de quienes, valiéndose del derecho a la protesta, destruyen la propiedad pública y privada.
“Protesta no puede usarse para defender lo indefensable”
“Práctica que está lejos de ser abolida”
“No hay una sola buena razón para destruir”