Sí, en verdad necesitamos una más intensa y profunda protesta social, que haga sentir el clamor popular contra los desmanes que aprovechan los reclamos justos y las injusticias evidentes para atentar contra los derechos de las personas inocentes, entorpecer las soluciones y condenar a las víctimas a sufrir nuevas victimizaciones.
La semana pasada fue una de las más complejas y difíciles para los ciudadanos de a pie de Bogotá, si no la más, en lo que va corrido del 2019.
Por cuenta de la combinación de las diferentes formas de lucha, Bogotá vivió el paro de buses, en primera instancia. Luego, por los disturbios presentados en las universidades públicas.
El portafolio de buenas intenciones aumenta capacidad con voluminoso desempleo en alza, que llega a un poco más de 2 millones 700 mil personas sin trabajo en el eje económico de 13 ciudades del país, y un tanto más, en crisis.
Y se nos fue el año y los principales líos nacionales ahí. Entró el último trimestre de 2019 y las cosas malas del país continúan campantes.
Este último tramo pinta igual o peor de duro para pobres y desempleados.
No podía ser peor el escenario a tres meses de concluir el calendario.
En el mundo de la economía gravitan aceleradamente cambios fundamentales en los patrones del capitalismo, donde progresivamente asoman reformas desde lo más profundo de la economía para proyectarse a las exigencias de los nuevos tiempos.
Lo sucedido con el documento que entregó el presidente Iván Duque Márquez en la ciudad de Nueva York, ante la audiencia de Ministros de Relaciones Exteriores, embajadores y representantes del mundo en Naciones Unidas es imperdonable de quienes hicieron el informe y debieron revisarlo.
A propósito de marchas y reuniones públicas organizadas por distintos sectores para expresar disensos, reclamar derechos o criticar decisiones o políticas gubernamentales, reiteramos que el derecho a la protesta social es fundamental en una genuina democracia y está garantizado en las constituciones políticas y en los Tratados Internacionales.
La Constitución, en su artículo primero, consagra las características un Estado Social de Derecho, instituido como República democrática, participativa y pluralista y todo ello proclamando la soberanía popular, esto es: el poder es una titularidad del pueblo que lo ejercen directamente, valiéndose de los medios dispuestos, propios y autónomos, para regir la surte de sus derechos políticos, fundamentalmente.
Los jóvenes han tomado la iniciativa porque los gobernantes del mundo, sus mayores, no han sido capaces de tomar las medidas necesarias para detener el calentamiento global que nos amenaza.
Dura la semana pasada para las autoridades y la fuerza pública, muchos días y horas de protesta, manifestaciones descontroladas en diferentes sectores y ciudadanía perjudicada desde todos los puntos de vista. En esa semana todos perdimos; si escucháramos quejas entenderíamos la situación de vendedores, industriales, estudiantes, comerciantes, restaurantes, mercados, empresarios…en fin, todas las disciplinas afectadas por la situación.