CIERRA uno de los años más azarosos que recuerde la historia reciente colombiana.
Aunque resistimos, no fue un buen año para el grueso de la población.
Pese a que aguantamos el chaparrón, fue un 2017 bien difícil para gobernantes y gobernados.
Si bien el moderado optimismo lleva a sugerir que lo peor ya pasó, la situación podría tornarse aún peor.
El final de este año no supone alegrías ni emociones al interior de los hogares.
La visión que tienen las familias sobre el país, el Ejecutivo, la política y la economía es confusa e incierta.