Las disposiciones del Consejo de Estado que ordenó al gobierno colombiano la recuperación del Tesoro de los Quimbaya, nos ha puesto a pensar por qué este tesoro de nuestros antepasados no está en nuestras manos.
La vida del presidente Belisario Betancur, como los privilegiados que a base de muchos días sin comer y muchas noches sin dormir triunfan en el duro empeño de cumplir aparentes metas inalcanzables, es muy estimulante. Otros nacen en cuna de oro, con apellidos ya famosos, encuentran servida la mesa del festín, no necesitan esfuerzo, ni sobresaltos para llegar a la magistratura, al alto foro, al Capitolio, marchan por el lado soleado de la vida. Desde niños son “ministricos” y los preelegidos del poder y la riqueza. En el caso del Dr.
Causa profundo pesar el fallecimiento del doctor Fabio Echeverri Correa con quien se mantuvo cordial relación cuando se desempeñaba como Presidente de la ANDI y quien escribe ocupaba el cargo de Director General de Aduanas. Autorizó la publicación, en la Revista ANDI, en 1978, del artículo, de quien escribe, titulado “Alrededor de una Gestión Aduanera”, o sea, en terminología de Lawrence Freedman, la estrategia programada para el período a mi cargo.
El artículo que trae la más reciente edición de la revista Semana (octubre 14), que es como una versión tardía de uno mejor firmado por Oscar Andrés Sánchez y publicado en El Colombiano el 4 de octubre, llueve sobre mojado al hablar de la soledad de Santos.
A todos los presidentes les ocurre en el último año de su periodo y con más veras si son dos largos y tormentosos cuatrienios. A todos, menos a Uribe. Y les diré el porqué.
Lectores de Puertos y almas:
Hace 14 años, a las pocas semanas de la bomba del Nogal, el secuestro de los tres norteamericanos en el Caquetá y la detonación de una casa llena de explosivos en Neiva, apareció en este diario el primer PUERTO LIBERTAD.
En el antiguo imperio ruso, poblado por pueblos analfabetos y con un evidente atraso industrial, tardó mucho tiempo el fin de la edad media, como lo hicieron los ingleses en 1640 y los franceses en 1789 para ponerle término a la monarquía absoluta.
Descifrar el alma de los colombianos es relativamente sencillo. No requiere complejos y costosos estudios de opinión. Basta quitarse los lentes artificiales que una minoría de "líderes", que defienden sólo sus propios intereses, nos imponen para mirar la realidad. La verdad es diáfana para quien quiera verla, sin la distorsión que obliga a ver lo blanco negro y lo negro, blanco. Que llama malo a lo bueno, y justifica lo malo, descalificando los ojos que miran y no la distorsión de los lentes.
Más de seis meses duró el país tratando de impedir que se aprobara una Reforma Tributaria antieconómica, antitécnica, retardataria y empobrecedora.
El ministro Cárdenas nos embobó con el cuento de que si ella no se aplicaba, los calificadores de riesgos nos bajarían la categoría y nuestra deuda externa se elevaría significativamente.
¿Que se logró, verdaderamente, con los acuerdos de La Habana? Fundamentalmente que una dirigencia de viejos guerrilleros, la mayoría de más de 70 años, cansada de estar en el monte, escondiéndose de la persecución y bombardeos de las Fuerzas Armadas, con un pie de fuerza reducido de más de 22.000 hombres a 6.600, obtuviera una serie de concesiones inimaginables de alcanzar mediante las armas, aprovechando el gran deseo del Gobierno de pasar a la historia antes del 7 de agosto de 2018 como el que había logrado la paz para Colombia y el premio Nobel para su Presidente.
Con ocasión del Proyecto de Ley presentado por el Gobierno sobre tratamiento penal diferenciado para cultivadores ilegales, radicado el pasado martes, que pretende despenalizar a los pequeños productores de coca y otras yerbas, se presentó el fin de semana un “rifi rafe” entre el Presidente de la República y el Fiscal General de la Nación, con versiones bastante opuestas sobre la conveniencia de adelantar dicha reforma.