Lectores de Puertos y almas:
Hace 14 años, a las pocas semanas de la bomba del Nogal, el secuestro de los tres norteamericanos en el Caquetá y la detonación de una casa llena de explosivos en Neiva, apareció en este diario el primer PUERTO LIBERTAD.
Durante ese año 2003, los alzados en armas de extrema derecha, de extrema izquierda, de extrema ignorancia, asesinaron maestros, políticos, fiscales, campesinos, ministros, niños, médicos, policías, curas, periodistas, ciudadanos de cualquier edad, condición y oficio. Y el 2004 fue igual, y el 5 y el 6 y así… hasta que hilvanando causas y consecuencias de masacres y velorios, de víctimas y victimarios en una rueda dentada que nos desangró la vida, por fin llegamos a un heroico, imperfecto y redentor acuerdo de paz, construido en La Habana y firmado en noviembre del 2016, en el Teatro Colón.
Entonces, con un país fraccionado en dos polos que parecieron olvidar que el real enemigo era la guerra, la hostilidad cambió de armas, de protagonistas y de campo de batalla: salió de las veredas, entregó las balas y colonizó las redes sociales, los medios y cuanto micrófono estaba disponible para difamar y despedazar al nuevo adversario.
Es como si de tanto haber vivido y muerto en tiempos de guerra, la paz nos asustara; por desconocida, por vulnerable, por la cantidad de paradigmas que habrá que romper.
Cada semana PUERTO LIBERTAD recibió distintos temas de reflexión; motivos de tristeza, vergüenza, euforia, luto o esperanza. Niños mutilados y niños artistas; días de tormenta y de arco iris; hablamos de promesas incumplidas, pueblos valientes y gobernantes corruptos; de esfuerzos titánicos, el valor de la ética y la ética del valor; los dilemas en los extremos de la vida; tragedias naturales y atrocidades contra natura. Hablamos de este país nuestro que nos conmueve; de lo difícil y urgente que resulta perdonar; del derecho a la ilusión y la futilidad de la venganza.
Después de 14 años en las páginas de un medio que siempre fue respetuoso con mis puntos de vista y nunca me cambió ni un coma, solo tengo motivos de gratitud con ustedes, fieles lectores; gratitud con El Nuevo Siglo, con Leyla y Juan Gabriel, y con Gabriel, mi vecino de columna. Agradecimiento con mi familia y mis amigos; con los sintónicos y los críticos. PUERTO LIBERTAD no habría sido lo que fue, sin cada barco que llegó con las velas íntegras o los maderos rotos; navegantes de piel y papel; sobrevivientes y destrozados, que atravesaron la realidad con el viento a favor y en contra.
PUERTO LIBERTAD nació aquí, y aquí cuento su punto final.
Como hasta el último día de mi pensamiento espero ejercer el derecho y el deber de trabajar por un país equitativo y en paz, seguiré escribiendo; ahora en el diario que desde niña me enseñó a sentir el periodismo como un profundo y entrañable acto de integridad, independencia y verdad.
Gracias, y hasta siempre, porque esto de escribir nunca perderá su siempretud…
ariasgloria@hotmail.com
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