La Estrategia Modificada, según la metodología de Lawrence Freedman, para la Dirección General de Aduanas en 1977-79 incluyó la Programada y aportes en 1987, 1990-91, 2009 y 2015-16; lo relativo a 2009 aparece en “Hacia la Internacionalización Aduanera”, Arca (Universidad Católica de Colombia, Año 4, Edición 10, junio 2009) y lo pertinente a 2015-16 cubre investigar el chisme en Colombia.
Por cuenta del muy básico alcalde de Cartagena, ahora resulta que en este país de analfabetas funcionales todos añoran el reino de la Filosofía.
Quizás Manuel Vicente Duque tuvo razón cuando preguntó al aire que a los estudiantes cartageneros “¿de qué les sirve la Filosofía, si estos son muchachos que se la tiene que salir a jugar a la calle?”. “¿Y para qué poetas en tiempos de penuria?”, pregunta la elegía de Hölderlin Pan y Vino. Pero no es lo mismo.
Las catástrofes naturales, humanas y morales han relegado a un segundo plano la opción de visibilizar el hemisferio limpio y gratificante de las cosas. Retroalimentarnos el pesimismo es un deporte nacional que no quisiera practicar. Al menos, no en esta madrugada.
Por eso hoy Puerto Libertad se niega a hablar de los innombrables (de cualquier nacionalidad) y se concentra en mirar un ejemplo de lo que sucede cuando se trabaja con visión, grandeza y pulcritud.
Tras unas elecciones muy traumáticas, Estados Unidos escogió a Donald Trump, como nuevo presidente por cuatro años, durante los cuales deberá gobernar una sociedad polarizada.
Igual que lo ocurrido con el Brexit en Inglaterra y con el No en Colombia, en las elecciones de los del norte predominó la mentira y la propaganda negra. Nadie sabía por quién votar y muchos despabilados dijeron que entre dos males, escogieron el menor.
Al iniciarse el proceso de paz con las Farc hace cuatro años, afirmé que una mesa de negociación conformada por el Gobierno, las Farc y la autodenominada sociedad civil, era una mesa coja, de tres patas. Para que tuviera equilibrio faltaba la cuarta: las víctimas. Y me refería, específicamente, a las víctimas de las Farc, sentadas a la mesa.
Celebro que esta pausa democrática, posplebiscito, haya llevado al Presidente Santos a darle estabilidad real a las negociaciones con este grupo armado, sobre la base de que respondan directamente por sus víctimas.
El triunfo de Trump en las elecciones de los Estados Unidos deja diferentes enseñanzas que es necesario asimilar. Lo primero por destacar es que el empresario exitoso se impuso contra el establecimiento político de su país con un discurso que, la verdad sea dicha, no le hacía presagiar mucha suerte en las urnas porque iba contra los inmigrantes, y otras minorías, que necesitan con urgencia que la política migratoria les pueda regularizar su situación de permanencia para no verse abocados únicamente a medidas policivas, incluidas las deportaciones.
A pesar de las optimistas declaraciones del Presidente y de algunos miembros de la oposición, no hay que ser confiados acerca de que se logre con las Farc un verdadero nuevo acuerdo y es posible que de las renegociaciones en La Habana entre la guerrilla y los enviados del Gobierno solo se obtenga un documento con modificaciones insustanciales al firmado en Cuba y Cartagena, con gran costo y mucho despliegue propagandístico.
Avispados resultaron los del Sí. Hablan de la democracia pero no ven límites para desconocer sus decisiones. Saben que si el acuerdo no hace modificaciones de fondo volverá a ser derrotado en las urnas y ya preparan mecanismos que “no polaricen”, es decir que excluyan a las mayorías. Ahora les gusta la refrendación por el Congreso, porque ahí está sobre presentado el No, y las mayorías del gobierno podrían -sin resquemores- hundir el resultado democrático.
Hace ya algunos años, en forma fraccionada y sectorizada, el país entró en la revisión de las llamadas mega pensiones, a las cuales se les puso un tope de 25 salarios mínimos.
Una verdadera “Trumpada” de Donald al sistema político y electoral estadounidense.
Ganó lenguaje del odio político en un mapa global que desde el martes 8 ya no es el mismo.
El electo Presidente, Donald Trump, se impuso no solo a Hillary Clinton, derrotó desacreditadas encuestas de opinión, a acomodados medios de comunicación que pretendieron descalificarlo e ignorarlo, destronó la voz del voto latino y desbarató tradición electoral estadounidense.
Todos o la mayoría se equivocaron con vaticinios y cábalas.