Entre tanta incoherencia y maldad, es necesario mantenernos fieles al propósito superior; también rescatar o sembrar algo positivo, según interpreto el poema “Si…” de Kipling, y el humilde ejemplo de Francisco: el Papa, quien se atribuyó dicho pseudónimo, y el presidente de la Comisión de la Verdad, otro jesuita que conserva su nombre de pila.
Mujer de cabellos largos e ideas cortas, decía el refrán…
Ante las palabras del presidente del Congreso, no tuvo respuesta distinta a la amenaza. "Lo hago responsable", dijo. No ofreció ninguna prueba contraria. Ningún desarrollo del pensamiento. Ningún argumento.
Cabellos largos e ideas cortas…
No es a medias tintas ni con improvisadas propuestas populistas en busca de adhesiones como se salva un país. Es con compromisos a fondo, fruto de serio y sereno estudio, debatidos con inteligencia y amor a la patria, como se deben proponer los programas presidenciales en ponderadas elecciones. Es esto lo que necesitamos en Colombia en este mes y en junio.
Entramos en la ruta final de la elección presidencial, que se presta para vicios que esta vez, se han incrementado y provenido de todas partes y sectores, buenos, malos, débiles, fuertes y hastiados.
El gobierno se la ha metido toda, sin importarle los impedimentos y respetos que debe tener por las normas que existen para la limpieza de un debate de estos alcances.
Todo un tsunami ocasionó en la opinión pública la decisión de la Viceprocuraduría de suspender provisionalmente a dos Alcaldes de ciudades importantes, el de Medellín y el de Ibagué, por presunta participación en política, en plena recta final del proceso electoral colombiano.
Vi con detenimiento la entrevista a Juan Manuel Santos en CNN, en el programa "Camilo". Advierto que este personaje de la política colombiana me resulta perturbador. Siempre lo he percibido disociado de su verdad más profunda: el desdén que experimenta por el resto de los colombianos y del cual hacía mofa desde mucho antes de su ingreso a la política activa.
Mientras en la contienda electoral soplan vientos que azotan todos los ánimos, ya en las dos últimas semanas a la primera vuelta de las elecciones presidenciales, que serán las de altas acusaciones, debería llamar la atención, especialmente a los indecisos, de a quién se le entregará el timón de la economía y el relevo en su dirección de un barco que avanza a buena marcha.
Rodolfo Hernández, Sergio Fajardo, John Milton Rodríguez y Enrique Gómez como candidatos presidenciales, muy a pesar de representar visiones diferentes de país, tienen un elemento común en sus programas de gobierno: no tienen propuestas en favor de los animales, ni siquiera las consideran. Una realidad programática que deja miles de animalistas sin otra alternativa que evaluar otras opciones.
Los medios de difusión ocupan en el mundo moderno un lugar preponderante; han sido benéficos, pues han logrado crear una “cultura de masa”, pero a la vez han dado un impulso importante a la criminalidad y al vicio.
Los medios de difusión transmiten no solamente diversión y noticias, sino también (y en grandes cantidades) publicidad.
Es axioma por excelencia, pero casi nunca se cumple. Colombia está a punto de cometer su error más grande de la historia. Dejarse embaucar eligiendo un gobierno mal intencionado, lleno de premisas falaces, ofertas incumplibles, medidas desastrosas y sobre todo, un gobierno que propone un cambio no para bien de los colombianos, sino para instaurar un régimen hegemónico donde la miseria es el estandarte del mismo.