Fidel Castro y otros guerrilleros entraron a La Habana el 2 de enero de 1959 y se estableció un régimen marxista-leninista, al que se opuso, entre otros, Camilo Cienfuegos que murió en un “accidente” aéreo. Las cárceles (Gulag del tipo soviético) se llenaron de prisioneros políticos y varios millares fueron fusilados sin juicio previo. Se produjo una emigración masiva que con el paso de los años llegó a dos millones y medio de personas. En 2003, Montaner decía que, para aquella época, en Cuba había habido 18 mil fusilados y 120 mil presos políticos.
En medio de tanta convulsión, trampas, cobardía y falsedad, vale la pena escuchar a quien te dice que la misión más importante en esta vida es la de ser santos: “Él nos quiere santos y no espera que nos conformemos con una existencia mediocre, aguada, licuada”.
Por eso, resulta imperioso acercarnos al Señor y permitirle que nos diga si transitamos por el buen camino: “Así conoceremos su voluntad agradable y perfecta y dejaremos que él nos moldee como un alfarero”.
Advertidos del escaso margen de maniobra que tiene el Gobierno en materia del gasto público y de la inflexibilidad de este, se precisa y es lo más aconsejable explorar fuentes de mayores ingresos que soporten el mismo, con una característica fundamental, que sean sostenibles en el tiempo. Ya advertimos de las limitaciones y falencias observadas en el Estatuto tributario y en la gestión del mismo.
La reciente amenaza de Hernán Darío Vásquez, alias “El Paisa”, quien fuera el jefe de la columna Teófilo Forero de las Farc, y a quien se le atribuye el atentado al Club el Nogal y el secuestro de los Diputados del Valle, señaló que permanecerá “fuera de la Zona Veredal de Miravalle” (Caquetá) hasta que alias “Jesús Santrich”, se encuentre en libertad.
Hacer la guerra es una crueldad que el país no soporta más; por consiguiente, lo indicado es buscar la paz y evitar que el proceso iniciado se malogre en la mitad del camino.
Hacer oposición es más sencillo que gobernar.
Dejar de hacer, no dejar hacer, llevar la contraria, sabotear, criticar y cuestionar es más cómodo y fácil, pero además, es una forma sencilla de conseguir votos.
En pleno mes de los niños y cruzado con la campaña presidencial, se queda uno con la ganas de oírle a los candidatos las propuestas para la protección de los derechos de los niños.
Corticas las ideas y escasas las preguntas en los debates, supongo porque los niños no son taquilleros, ni dan votos, aunque sí plata. El presupuesto del Icbf es uno de los mayores en las entidades del estado, comparable con el de la Fiscalía, las Fuerzas Armadas y hasta el mismo Sena.
En el mundo somos uno de los diez países preferibles para vivir tras jubilarse, según el índice global del 2018. Esto por supuesto contrasta con la visión pesimista de algunos criollos que aseguran que la administración del infierno es muy similar a la colombiana, solo que la del infierno es en serio.
Todo se veía venir. Desde 2011, por presión de Chávez se suspendió la fumigación en el Catatumbo. En 2014 se suspendió en Putumayo por presión de Correa, y en 2015 en todo el país por presión de las Farc en las negociaciones. Resultado: 200.000 hectáreas de coca, dos inmensas regiones entregadas a la violencia, con pérdida total de la soberanía por la incapacidad del Gobierno para controlarlas.
En el debate presidencial, preocupa que la política internacional de Colombia haya sido la cenicienta entre los temas abordados a lo largo de las controversias y propuestas. Es cierto que las circunstancias de la vida cotidiana de los ciudadanos constituyen elemento primordial de la política porque atañe a sus condiciones de vida, a sus aspiraciones y a sus perspectivas de futuro, pero también es verdad que la política exterior es indispensable a la seguridad y soberanía nacionales y a la preservación de la integridad del territorio.
Lo que ha ocurrido en las últimas semanas en las regiones de Urabá, Putumayo y Catatumbo hace evidente las falencias en la prestación del servicio de seguridad por parte del Estado, las cuales se dan por el débil control territorial en aquellas regiones más afectadas por la acción de las diferentes expresiones de delincuencia rural organizada, llámense disidencias o desertores de las Farc o rezagos del paramilitarismo (bacrim).