El general Torrijos solía descansar en una isla panameña, y madrugar a mirar el amanecer. Pero un pescador apenas lo reconocía comenzaba a gritarle improperios, a descalabrarle palabrotas que el general refutaba minuciosamente cada mañana. Esto continuó por varios amaneceres, hasta que la guardia costera disuadió al porfiado y puntual pescador.
“El que este libre de culpa que tire la primera piedra”. Frase bíblica que Jesús les dijo a los fariseos cuando acusaban a la mujer adultera. Nadie se atrevió a lanzarla.
Hablando desde Buenaventura, el presidente de la República se refirió al programa gubernamental denominado “Jóvenes en paz”, mediante el cual se entregarán recursos para ayudar a jóvenes y a familias vulnerables.
Al explicar sus alcances, manifestó: “Serán miles de jóvenes a los que les vamos a pagar por no matar, por no participar de la violencia y por estudiar; les vamos a dar una ayuda para que entren al SENA, que aquí tiene un compromiso que tiene que cumplirse, y para entrar a la Universidad".
La señora vicepresidenta, con motivo de su viaje al África, confirmó que se abriría una embajada en Senegal, lo que me dejó dubitativa acerca de por qué no volver a reabrir nuestra embajada en Costa de Marfil, país a quien le debemos tanto por su trabajo mancomunado con Colombia y la Federación de Cafeteros y con el que se tiene muchos amigos de su clase dirigente.
Los colombianos estamos en peligro, como estuvimos en los años 80 y 90 del siglo pasado, cuando los secuestros, las masacres, los ataques al ejército y la policía eran pan de cada día, igual que los desplazamientos y reclutamientos forzados; cuando no podíamos salir a los pueblos porque en las carreteras había brutales robos, que muchas veces terminaban en muertes de civiles indefensos, o secuestros sanguinarios, organizados por las Farc u otro narco-cartel. Hoy la historia se repite.
En las repúblicas presidencialistas, el presidente debe representar con dignidad al país, enaltecer sus fortalezas, reconocer sobriamente sus problemas y “simbolizar la unidad nacional" en torno a las instituciones, como dicta nuestra Constitución. Sin embargo, Petro promueve a diario el más grotesco desprestigio del país, ya sea desde el balcón del Palacio de Nariño, los auditorios de universidades extranjeras, o el desierto de La Guajira, como sucedió en la posesión de la Ministra de Igualdad.
No hace pocos días dedicamos este columna al tema de las policías municipales, por un llamado nacido de la señora Alcaldesa de Bogotá.
Escarbando por ahí, me he encontrado con algunas cuestiones políticas interesantes.
Parodiando la frase del Chapulín Colorado, esta podría ser la manifestación de auxilio de los fabricantes de la prenda de vestir femenina para ceñir el pecho: el sostén, como escuché de niño, por primera vez. Con el tiempo, aquellas superficies cóncavas o convexas, según se les mire o se les palpe, las identifiqué como brasier y algunos viajes me revelaron otros nombres como “sutiã”, “bra” o sujetador.
Las revistas culturales parecen hundirse. En medio del naufragio, el periodismo cultural se aferra con fuerza a las últimas tablas que aún se desprenden de algunos periódicos y medios de comunicación. Aunque resistir ha sido el verbo preferido de quienes hacen gestión cultural, cada vez hay menos botes y salvavidas a la vista; la zozobra parece inevitable. Aun así, en plena tempestad y lidiando con la tiranía del clic y el sensacionalismo farandulero, la Revista Libros & Letras acaba de lanzar el podcast El Club de los Cinco.