Los colombianos estamos en peligro, como estuvimos en los años 80 y 90 del siglo pasado, cuando los secuestros, las masacres, los ataques al ejército y la policía eran pan de cada día, igual que los desplazamientos y reclutamientos forzados; cuando no podíamos salir a los pueblos porque en las carreteras había brutales robos, que muchas veces terminaban en muertes de civiles indefensos, o secuestros sanguinarios, organizados por las Farc u otro narco-cartel. Hoy la historia se repite.
En los últimos once meses, desde que Gustavo Petro juró respetar la Constitución y prometió gobernar para todos los colombianos, el país ha retrocedido décadas, en lo referente a la seguridad de sus ciudadanos y sus territorios.
Todo lo que se había logrado en los últimos años se ha derrumbado, lo que se había avanzado contra el narco tráfico ha sido borrado. El Eln, el Clan del Golfo, los Rastrojos, las Autodefensas Gaitanistas y demás carteles criminales, controlan territorios y ciudades de la nación; al punto que el ministro de defensa, Iván Velásquez, acusó de imprudente a la sargento Ghislaine Ramírez por haber entrado a uno de estos territorios y haber sido secuestrada.
La militar y sus hijos ya fueron devueltos por el Eln pero, nos quedó claro que este gobierno no puede, o no quiere, responder por nuestra seguridad en importantes sectores del territorio nacional. Tampoco puede, o quiere, responder por la propiedad privada, como sucede con las haciendas azucareras del Valle y especialmente las del Cauca, las cuales están siendo invadidas sin que los propietarios sean defendidos por la fuerza pública pues esta dice no tener autorización para hacerlo.
La inseguridad es dueña de las ciudades donde, en pleno día, las mafias atacan y roban, o matan si el robo no tiene éxito. Bogotá, Medellín y Cali están avasalladas por una criminalidad no vista en décadas. Aún Cartagena, donde se podía salir tranquilamente de día o de noche, hoy la inseguridad y el miedo imperan.
En las carreteras el peligro es inminente; los atracos y el pinchado de las llantas para detener los carros, se han convertido en una amenaza aterradora.
¿Es esto parte del cambio que Petro ofrecía? ¿Es este miedo que sufre hoy la ciudadanía parte de su plan maestro para arrodillar a los colombianos y así forzar las absurdas reformas que pretende imponer en Colombia? Como él mismo lo escribió muy claro en un Twitter que publicó, aunque fue borrado rápidamente, sin embargo quedó salvado en muchas pantallas; aquí lo tienen: escribe Petro: “No quieren que el Eln siga matando colombianos??? Sencillo, aprueben todas mis reformas”.
Sin duda, su destitución masiva de más de 60 generales y almirantes de alto rango, los más experimentados, fue parte de la estrategia para desmoralizar a las Fuerzas Armadas y al país y darles juego a los grupos armados.
Hoy vamos hacia una democracia fallida, hacia una narco nación controlada por mafias y carteles. Miren lo que está pasando en Buenaventura y Barranquilla. ¡Llegó el cambio prometido por Petro!
Debilitando a las fuerzas armadas y a los ciudadanos, Petro tiene la excusa para instalar sus peligrosas milicias; tal como lo hicieron Castro en Cuba y Chávez en Venezuela. Así se destruye una democracia.
Colombianos, estamos en peligro ¡Colombia está en llamas!
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