El siglo pasado, como en febrero de 1982, cuando despegaba una campaña presidencial llena de incertidumbre, pobreza extrema y guerrillas que aún existen con igual ferocidad, Colombia propuso dos prohombres para gobernarla: Belisario Betancur y Alfonso López.
Como 550 palabras que forman una columna de opinión resultan ser exiguo adobe para describir a un par de titanes del emprendimiento como José María Sierra (don “Pepe” Sierra) y don Manuel Carvajal Sinisterra, heme acá esparciendo más tinta para tratar de rellenar la pilastra inconclusa (y en ella descansar del “cambio”).
Lo de menos es cuánto nos cuestan esos viajes en avión y helicóptero. Finalmente es dinero público es decir plata que no duele gastársela… Además, la justificación de “los del cambio” es que Duque y todos los presidentes y vicepresidentes lo han hecho.
Hace pocas semanas seguíamos los pasos de Obispos de Colombia en su peregrinación en “Visita ad Límina”, en gesto de fe y de confianza, a contacto con fundamentos vivos y grandiosos monumentos de la Iglesia, en Roma. En pos de quienes dejara Jesús de Nazaret, para “llevar su mensaje a todas las gentes” (Mt. 28, 19-29). Cada Obispo es enviado a su Diócesis a dirigirla en nombre de Cristo, en sucesión de los Apóstoles, pero, ni ellos ni éstos irían dispersos sino bajo la dirección de Pedro, y de sus Sucesores.
Le atribuyen a Séneca haber afirmado “no hay peor injusticia que la justicia tardía”. Esta frase debería estar inscrita con letras de molde en todos los despachos judiciales. En el mismo sentido, el debido proceso, garantizado por la Constitución, implica una justicia pronta y eficaz.
¿A alguno de ustedes le ha pasado que aunque su cerebro diga que no, ustedes racionalmente dicen que si?
Arranquemos con una mentira: “Estamos tratando de mejorar la defenestración…”. Mentira, como puede comprobar, la Fiscalía que bien se abstuvo de iniciar la investigación oficial. No hemos, sino que he tratado de pensar en algo mejor para que cuando el actual presidente caiga, lo haga de la mejor manera posible. Ojalá y caiga en un colchón de plumas.
El pasado julio, echando un vistazo a la lista recién anunciada de semifinalistas al Booker Prize, el prestigioso galardón británico de literatura, el nombre de Hernán Díaz y su libro “Trust” captaron mi atención.
El académico y filósofo español ha escrito una columna sobre un niño que en su colegio apareció con una camiseta que decía: “Solo hay dos géneros.” Lo que produjo un rifirrafe. El muchacho habría podido dar un discurso, pero se contentó con esas cuatro palabras. Si hay más géneros debo agregar que en últimas cualquiera de ellos acudirá a un ginecólogo o a un urólogo.
Diferente a lo que se pudo haber pensado, el viaje de la vicepresidenta Francia Márquez al África tuvo un enorme significado histórico cultural, a más de vinculaciones comerciales, educativas, turísticas y políticas importantes de beneficio para Colombia.
Manifesté hace poco en el excelente foro llevado a cabo en la Universidad del Rosario sobre la Constitución de Rionegro, que uno de los fundamentos del sistema democrático radica en la estabilidad del ordenamiento jurídico, comenzando por la Constitución. Lo decía a propósito del conocido carácter rígido de la Carta de 1863.