El académico y filósofo español ha escrito una columna sobre un niño que en su colegio apareció con una camiseta que decía: “Solo hay dos géneros.” Lo que produjo un rifirrafe. El muchacho habría podido dar un discurso, pero se contentó con esas cuatro palabras. Si hay más géneros debo agregar que en últimas cualquiera de ellos acudirá a un ginecólogo o a un urólogo.
También el académico criticó la diarrea legislativa que ve en España y en Colombia en el gobierno actual. En todo caso, lo destacable a mi entender es que el modo de procesar lo indeseable, en la democracia, es el Congreso que en esta República a veces lo mitiga. Y esto es su ventaja con los otros sistemas políticos, que hemos inventado los humanos. Es la capacidad consensuada ante la bazofia que expelen tantos políticos del orbe y que nos exponen a digerir. Se trata en ultimas de un crisol.
Savater se muestra menos “Amador” que en su obra. Ataca en su país a los intentos separatistas de Cataluña. Cosa que, de producirse, lograría que Cataluña fuese otra minúscula nación, y que España bajara varios puntos en importancia mundial. Es decir que es un juego de pierde-pierde.
Sin embargo, su verdadero insulto al presidente de Colombia, me parece, como colombiano, menos admisible. Justamente porque es un gobierno legítimo, como por lo demás lo es el de la madre España. A menos que no aceptemos la democracia como válido rasero. ¿Cuál hay mejor?
Es normal para quien se ha pasado la vida en la delicia del cultivo del espíritu, sentir que algunos presidentes son ignorantes. Recuerdo que Borges al visitar a México conversó con su presidente, y este (omito el nombre) intentó deslumbrarlo con un inusual despliegue de erudición. Borges sonriendo con picardía, me dijo que le había dicho “me alegra que un presidente sepa leer…”
Que equivale al verso que le hicieron a una renca reina española “entre esta flor y esta rosa, su majestad es-coja”.
En Colombia hemos tenido hace tiempo presidentes gramáticos, uno de ellos perdió a Panamá, y decía que en suma a él le habían dado un país y había devuelto dos. Y desde hace más de medio siglo para acá se han destacado como verdaderos estadistas intelectuales, el presidente López Michelsen, Álvaro Gómez y el historiador Indalecio Liévano. Vale decir, que sus obras se pueden leer con provecho y sin indigestarse, aunque ellos ya no vivan.
Un presidente que recitaba de memoria “El Jardín de Epicuro” recurrió a un fraude electoral en 1970, según lo afirmó su propio ministro de la política. Es el lejano origen histórico del actual presidente Petro que no es más ignorante a mi modo de ver, que la discreta medianía que ha gobernado el país. Sin que tampoco califique como prodigio. Pero de nuevo su presidencia se debe también a la resistencia de las estructuras democráticas que hemos en conjunto (ignorantes o no) logrado construir, en una muy turbulenta historia.
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