Leer es esencial para la vida de los niños, dijo una vez la escritora colombiana Yolanda Reyes, quien se ha dedicado a la pedagogía de la lectura desde la primera infancia, tema sobre el cual ha publicado ensayos, libros y dictado conferencias en seminarios nacionales e internacionales.
La escritora se ha destacado por conectar la lectura con el ser humano desde el momento de su nacimiento. Explica que hay que aprender a leer el llanto del bebé: si tiene hambre, si tiene sueño. Luego, él va aprende a decir palabras, pedir canciones, historias, pero lo más maravilloso es “que mientras le están leyendo la historia al niño, la mamá se queda ahí porque la historia está muy buena”.
En el conversatorio “La poética de la infancia: literatura y escuela”, desarrollado por la Secretaría de Educación en FILBo 2022, la escritora fue la inspiración de maestros y padres que buscan siempre que los niños descubran en la lectura y la escritura mundos que los trasladen desde la imaginación a sus sueños y pasiones.
El niño como lector
No obstante, de acuerdo con Beatriz Helena Robledo, escritora e investigadora literaria en el país, la escritura para niños nunca ha sido una expresión cultural fuerte. “Es decir, en ningún momento de su panorama histórico podríamos ubicar un movimiento, una escuela o una manifestación que nos permita hablar de un conjunto de obras consolidado. Tampoco ha habido una conciencia social generalizada que reconozca su importancia. Su historia se ha ido tejiendo lentamente en un devenir de súbitos estertores y largos periodos de silencio y olvido. La escritura de textos literarios para niños en Colombia además de ser un fenómeno relativamente reciente, impulsado sobre todo por el mercado editorial, es más bien un asunto de individuos solitarios, quienes por diversas razones, afectivas, pedagógicas o estéticas, han elegido al niño como el destinatario principal de sus obras. Son pocos y muy específicos los momentos históricos en los cuales nuestra literatura infantil ha logrado manifestarse como reflejo de un imaginario social, que considere al niño como un lector independiente, capaz de disfrutar una obra como sujeto cultural, más allá de las intenciones pedagógicas, didácticas o moralistas de los adultos”.
Para Robledo, los espacios de reflexión y discusión para escribir sobre literatura infantil y para acercarse a ella son de suma importancia, no solo desde la escritura, sino desde la crítica.
“Creo en la crítica, pero no en la que es personal y para destruir al otro. Pienso que hace falta fortalecerla no solo en Colombia, también en otros países. Ahora, cuando se revisan los temas de la literatura infantil colombiana vemos que hubo una época en que no se tocaba nada que tuviera que ver con la violencia. Luego, más o menos en los ochenta, surgió uno que otro libro que hablaba sobre eso y, después, se puso de moda. Al estudiar ese corpus nos damos cuenta de que hay libros auténticos y genuinos, que salieron de adentro, y libros prefabricados”.
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“Leer es mi cuento”
En Colombia los esfuerzos por impulsar la literatura infantil son notables. Por ejemplo, los ministerios de Educación y Cultura han puesto en marcha estrategias que acercan la lectura a los niños a través de bibliotecas, talleres, ferias e intercambios internacionales. Un ejemplo de esta tarea es el Plan Nacional de Lectura, Escritura y Oralidad “Leer es mi cuento”, programa que lleva como bandera acercar a los niños, los jóvenes y a las familias a los libros y a la lectura por medio de la circulación e itinerancia, de servicios bibliotecarios en las zonas urbanas y rurales del país.
Asimismo, el Banco de la República ha puesto a disposición de los colombianos una Red de Bibliotecas que cuenta con salas infantiles ubicadas en 21 ciudades del país, que están abiertas para la consulta gratuita de la colección bibliográfica infantil.
Estas salas fueron concebidas para que los niños se acerquen al disfrute de la literatura, son de ingreso gratuito, cuentan con cómodos espacios para la lectura y el acceso a colecciones de las diferentes etapas de desarrollo, como cuentos, historietas, cómics, poesía, ejemplares en todas las áreas del conocimiento, entre otras.
Crear más espacios
Ampliar las oportunidades y lugares de lectura para los niños y jóvenes es la propuesta de Rafael Tamayo, director de Lectura y Bibliotecas de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deportes (BibloRed), quien afirma que evidentemente hay una “necesidad de mejorar los espacios, sobre todo, para la población infantil, porque es ahí donde creemos que todavía podemos crear hábitos de lectura, es una población en la que se puede inculcar la práctica de tomar un libro como una actividad cotidiana, que no sea solo para el estudio tradicional, sino también en otros espacios”.
En cuanto a las estadísticas, la Cámara Colombiana del Libro señala que no las hay, pero es un tema que se plantea el organismo para conocer en qué estatus se encuentra la literatura infantil en el país.
“Queremos hacer una investigación sobre eso. En los últimos años ha habido mucho estímulo en esta área. Durante la administración de Manuel Santos, de Iván Duque y ahora esperamos que se mantenga por mucho tiempo con la gestión de Gustavo Petro el programa ‘Leer es mi cuento’, que busca el fomento de la lectura en los jóvenes. Este plan ha dado muy buenos resultados, es el resurgir de la literatura infantil, en la compra de libros por parte de los padres para sus hijos, en la gente que acude a este tipo de lectura, y hemos visto que ahí es donde debemos impulsar más”, rescató Emiro Aristizábal, presidente de la Cámara.
Aristizábal manifestó, además, que con las ferias y la publicación de libros infantiles el área se ha fortalecido en los lectores: “Hemos visto los esfuerzos; por ejemplo, en octubre se hizo el festival de literatura infantil en Bogotá y fue todo un éxito, también hemos visto el interés de las editoriales con la publicación de libros para los niños y jóvenes. Aunque no tengamos los números de cuánta gente lee, sí se ha visualizado un interés y un crecimiento de la literatura infantil y juvenil en Colombia”.
En abril se realizará en Bogotá la Feria de Libro, una de las más importantes de Latinoamérica y que tendrá un pabellón completo y especializado en literatura infantil y juvenil, con escritores, editoriales y expertos especializados en el tema.
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