Un ojo gigantesco custodia la localidad Ciudad Bolívar, en Bogotá. Realista y pintado en escala de grises, el mural se alza como desafío contra la iniciativa gubernamental que pintó de colores vivos las fachadas de una de las zonas más estigmatizadas de la capital colombiana.
Se trata de una iniciativa del Museo Libre de Bogotá, la cual busca descentralizar la oferta artística que suele concentrarse en algunos sectores de la capital del país. Fue entre 2016 y 2019 que la Alcaldía de Bogotá intervino casi 15.000 fachadas de la zona como parte de un festival denominado "arte urbano responsable".
De acuerdo con Wilson Niño, del colectivo Survamos, pinta sus propios murales como acto de resistencia contra las intervenciones del gobierno local.
Desde 2012, Niño y otros artistas invitan a grafiteros a intervenir este sector de callejones intrincados y anclados a una montaña en el extremo sur de Bogotá.
"Teníamos que ver cómo resistir a esas entidades públicas o megaproyectos", agrega el artista de 32 años. Desde entonces, el colectivo ha pintado una treintena de nuevos murales.
Survamos está integrado por seis jóvenes artistas urbanos, quienes a punta de pintadas en los muros de esta localidad del sur de la capital, luchan día a día por generar identidad en su territorio y por levantar la voz frente al daño ambiental y la delincuencia. Desde 2013, cuando arrancaron con su trabajo, no han parado de crecer, llegando incluso a exponer su trabajo en el Museo de Arte Moderno de Bogotá.
Desde sus inicios se convirtió en el festival Museo Libre, que en su primera edición tuvo 13 participantes. “No pintamos solo alrededor de la quebrada, sino que tuvimos que esparcirnos por todo lado. La mayoría de los festivales duran dos o tres días, este duró un mes y fueron 150 muros intervenidos”, recuerda Luisa Zarta, mejor conocida en la movida del arte urbano como Maga, una joven del barrio Nueva Colombia que le siguió la cuerda a Esteban en su proyecto. Como Maga, a la iniciativa se unieron jóvenes artistas de vocación como Wilson Niño (Inzekto), Nicolás Raymond (Óptimo), Deisy Hernández (DK) y Werc, quienes se animaron a meterle manos al arte urbano de la capital.
En 13 años el festival no ha parado de crecer y afianzarse como una de esas opciones culturales para los jóvenes. En la segunda edición participaron 70 personas y de ahí en adelante siguieron llegando artistas, académicos, "writers", gente áspera del grafiti como M.A.L. Crew y artistas del barrio que querían pintar. En cinco ediciones del festival, barrios de la localidad como Vista Hermosa, Nutibara, La Esmeralda, Manitas, Juan Pablo ll, Villa Gloria y Capri se han transformado gracias a las intervenciones de Luca, Maga, Inzekto, Óptimo, DK y Werc, quienes aportan cada uno desde su experiencia y trayectoria.
"Maquillar la pobreza"
En un esfuerzo por "cambiarle la cara" a la zona, la Alcaldía de Enrique Peñalosa inauguró a finales de 2018 un teleférico de 3,3 kilómetros para acceder a las colinas más lejanas. También construyó parques, vías y las coloridas intervenciones que Survamos cuestiona:
"Yo he vivido acá y he visto que las necesidades de la gente no son pintura (...) es como una burla a la misma comunidad, cuando la gente necesita otra clase de mejoras", anota Luisa Forero.
Desde el cielo, las pequeñas casas del barrio forman una colcha de retazos con techos de hojalata que se defienden del viento sostenidos por ladrillos. Programas similares encienden el debate en Río de Janeiro, La Paz, Ciudad de México y otras ciudades.
Cardo, un muralista chileno que participó en esta edición del festival, cree que el esfuerzo gubernamental "puede ayudar" aunque "hay matices" que no comparte, "como el de 'hermosear' o maquillar la pobreza".
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Pero la alcaldesa de Ciudad Bolívar, Tatiana Piñeros, quien asumió en 2020, defiende las intervenciones: "Cuando recuperamos espacios sucios o deteriorados, cambian las situaciones asociadas al delito (...) han venido mejorando los indicadores de seguridad", dice.
Según Piñeros, la administración de Bogotá aspira a llevar el programa a más barrios. "Concentrar todas las intervenciones en un solo sitio sería discriminatorio (...) Nuestra tarea ha sido democratizar el tema. Queremos llegar a más puntos", explica.
Arte e insumos
Cada año, los integrantes de Survamos ofrecen su trabajo a cambio de materiales para el festival. Esta vez recibieron aerosoles y otros insumos en retribución por murales privados y talleres.
La décima edición de Museo Libre, que se realizó el mes pasado, contó con la participación de una veintena de artistas, entre ellos extranjeros y nombres de peso en la escena local como Stinkfish, cuyos murales han estado en la pasarela de Prada, una de las principales casas de moda italianas. Ninguno cobró por su trabajo.
Las pinturas de la Alcaldía y las del festival conviven en la fachada de Ramiro Muñoz, un hombre de 52 años que ve con buenos ojos ambos proyectos.
La iniciativa del Distrito le dio un toque de color al barrio y pavimentó la calle de tierra que pasaba frente a su casa. Museo Libre dibujó en su fachada una mujer desnuda y una pantera.
Él mismo invitó a los artistas a intervenir su casa. "Solo les pregunté si era gratiniano", admite entre risas.
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