“EO”, una “road movie” desgarradora de un burro

Aneta_Filip Gębscy/ Interior XIII.

Por Sandra Milena Ríos, creadora de www.CineVistaBlog.com

Vi más de 150 películas el año pasado. “EO” ha sido por lejos el largometraje favorito de 2022. La historia de un burro y protagonizada por un burro, en un tierno y desgarrador viaje por casi media Europa ha sido insuperable para mí. Nominada al Oscar a Mejor Película Internacional,  esta coproducción italo-polaca de Jerzy Skolimowski es un largometraje inspirado ligeramente en “Al azar de Baltasar” (1966) de Robert Bresson.

En la película de Bresson, Baltasar es un burro adoptado por unos niños de una granja que después de la muerte de uno de los miembros de la familia, pasa por las manos de varios dueños donde experimenta, en su adultez, la explotación y el maltrato, hasta que logra escapar por accidente y se reencuentra con su ama más amada, quien también afronta la dureza  de la vida.

La visión de la película del cineasta polaco Skolimowski, por el contrario, es casi que exclusiva de EO, un burro que hace parte de un circo y tiene una conexión muy especial con la bailarina Kassandra, su pareja de show. La felicidad y tranquilidad con la que ha vivido hasta ahora  se interrumpe cuando un grupo de activistas por los derechos de los animales presiona para ser liberado, consiguiendo que sea separado de su cuidadora y quede a la deriva pasando, al igual que Baltasar, por muchas manos y varios lugares y países europeos.

Advierte el director, en la pantalla misma, que su película está hecha por  amor a los animales y la naturaleza, así que lo que vemos es un punto de vista radicalizado de ese amor por estos seres sintientes, es decir, lo que observamos en EO está claramente pensado para destrozarnos desde los primeros minutos, porque este mamífero hará esfuerzos por reencontrarse con Kassandra y ella también intentará, por lo menos, verlo por última vez. Esta es un road movie donde un burro es quien hace el viaje por carretera en un mar de sentimientos que hábilmente nos son transmitidos a través de acercamientos de cámara, un gran montaje y el uso de varios burros, donde intuímos con sus ojos grandes y expresivos el miedo, la incertidumbre, el dolor, el hambre o soledad.  

Galardonada en Cannes con el gran premio del jurado, no hay manera de salir indemne de esta película. Hay ciertos espectadores que suelen irritarse con aquellas historias donde se sienten manipulados, donde son llevados a toda costa a la lágrima, la lástima o el dolor. Justo las críticas reacias que algunos le hacen a Darren Aronofsky y Brendan Fraser en su emotiva y triste “The Whale”, o a Nadine Labaki por la supuesta explotación de la misera en su excelente “Capernaum” , pero a veces son necesarias.



Skolimowski confesó que no lloraba desde la película de Bresson y quería lograr con su nueva producción tales emociones, y aunque parezca manipulado, logró transmitir esos sentimientos del animal con mucha paciencia en el rodaje, teniendo en cuenta que se caracterizan por su terquedad. “La principal diferencia es que los burros no saben lo que es actuar, no pueden fingir nada, ello simplemente son. Los burros son amables, cariñosos, respetuosos, educados y leales. Viven al máximo en el momento presente, nunca muestran narcisismo, no escatiman en las supuestas intenciones de su carácter y nunca discuten la visión de su director. Son excelentes actores”.

Lo grandioso de EO es que es un personaje que tiene la posición de observador, un observador externo interesado en la vida y los comportamientos humanos. Él no es, claramente, como nosotros, y la película es capaz de traducir sus reacciones ante las acciones que ahí se desarrollan. No todo es triste en EO, los animales con su inocencia e ingenuidad suelen ser graciosos y empáticos, felices con muy poco y concentrados en el  presente, aspectos que olvidamos y nos ensombrecen.  Si bien hay algunos momentos luminosos  y cómicos donde el humano da muestras de bondad, esto no es lo que se quiere resaltar. Esta fábula contemporánea habla de la prepotencia y absurdez de la humanidad. Sus encuentros silenciosos con los humanos, con lugares bellos y con otros animales, dan cuenta de las consecuencias y devastación en la que estamos, lo desconectados que vivimos de la naturaleza. En ese sentido EO también opera como un angustioso, triste y desgarrador llamado ambiental.  La vi en diciembre y aún no me repongo. Por cierto, la de Bresson la consiguen en MUBI.