“Tierra Vieja-Tierra Nueva” es una metamorfosis del mundo. La esperanza de una nueva era, libre, natural y luminosa. Se trata de una exposición inaugurada recientemente en la Galería Alonso Garcés, ubicada en la carrera 5 # 26B-92, La Macarena, donde tres salas exhiben el arte poético de Lydia Azout, artista colombiana que presenta una selección de esculturas forjadas pulso a pulso y la cual estará abierta al público hasta el 29 de abril.
Esencia, tierra, energía, agua, movimiento, son las bases de estas esculturas hechas con acero inoxidable. Piezas que de alguna u otra manera invitan a reflexionar sobre el mundo habitado, ese que pide a gritos un cambio consciente, vivo y resplandeciente.
Las esculturas e instalaciones de Lydia Azout transmiten su viaje: “Estos círculos de metal evidencian la necesidad de un cambio. La tierra está en constante movimiento, primero presentamos una estructura oscura, densa, donde todavía hay naturaleza pero que tiene sus retos, situaciones un tanto difíciles. En ella se evidencia un mundo oscuro. Luego se presenta la otra cara del fragmento; un mundo el cual queremos habitar, una obra con mucha luz, un espacio muy luminoso, por eso utilicé las circunferencias plateadas”.
Es así como la artista presenta la metamorfosis de la tierra para lograr un mundo mejor. Piezas que invitan a tocar, a sentir, a reflexionar sobre lo vivido y lo que se puede mejorar.
“Los dos soles se juntan para poder experimentar el cambio. Lo que estoy tratando de hacer es acercar el mundo luminoso, el mundo consciente, a que despertemos y podamos hacer una tierra nueva, donde logremos empezar, porque estamos dormidos, hipnotizados de todo lo que nos está pasando”, destaca la artista, quien se mantuvo por dos años construyendo las piezas que hoy reposan en tres salas de la galería.
Pasión por el arte
De esta forma Lydia muestra su sensibilidad artística, su amor por la tierra y la pasión por el arte. Reconocida por sus obras de pequeño y gran formato en las que mezcla aspectos relacionados con la naturaleza, la geometría y la espiritualidad.
La metamorfosis de las piezas también muestra la liberación de la tierra, el despertar de sus habitantes y cómo ella está saliendo de su viejo casco para convertirse en un mundo nuevo.
“Ese es mi mensaje, a través de estas tapas que se doblan poder mostrar la tierra vieja y la tierra nueva”, destaca Lydia, quien también ha hecho parte de numerosas exhibiciones colectivas, entre las que se destaca su primera participación en 1985 con “100 años de arte colombiano”, presentada en el Mambo. Además, sus obras se han visto en São Paulo, Río de Janeiro y Roma.
La obra de Lydia Azout está fundamentada en la escultura con influencias personales, espirituales, naturales y sociales, para lo que ha usado materiales como el hierro, acero oxidado, acero corten, acero inoxidable, mármol, cabuya de fique y madera, que le permiten establecer diversas miradas a la materialidad, puesto que cada uno de ellos proviene de la tierra. Uno de los motivos para realizar sus esculturas se enfoca en la búsqueda constante de fuentes, recursos e influencias como la espiritualidad y la geometría.
El Parque Arqueológico San Agustín y la Ciudad Perdida en la Sierra Nevada de Santa Marta la han inspirado para investigar sobre el misticismo de la ancestralidad. De igual manera, han sido estos espacios, y varios que ha visitado a lo largo de su vida en Perú, México, Indonesia y Camboya, los que le han favorecido en la creatividad y la curiosidad al momento de elaborar sus obras. Asimismo, el permanente contacto con la naturaleza le permite evocar la importancia que tenía la espacialidad y los ecosistemas naturales para las culturas prehispánicas, quienes utilizaron el cosmos y la ritualidad para proteger y respetar su entorno. Lo anterior estipula el toque mágico, energético, ancestral y terrenal de su obra.
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Videoinstalación
La exposición también contempla una videoinstalación en la que se muestra el poder del agua, las cuencas de la playa Tayrona y la conexión con la tierra. Contemplarla es adentrarse en la serenidad y el sosiego de las profundidades del mar. En ocho minutos el espectador podrá tener la sensación de estar jugueteando con el agua.
“En esta sala quise unir el agua con la tierra, porque el agua tiene memoria, ha pasado por todo, entonces tiene toda esa historia por generaciones. Quise darle un lugar importante al origen de la vida a través de esta sala”, describe la artista colombiana.
Y por último, la experiencia de estar dentro del mar se apodera de la sala 3, a través de una experiencia inmersiva. La luz, los colores y las imágenes aportan realidad a la exposición.
En palabras del crítico de arte colombiano Eduardo Serrano, "las formas, el color, la textura, el peso y las frecuentemente ambiciosas dimensiones de las obras de Lydia Azout les confieren un dinamismo perfectamente discernible visualmente y que está estrechamente relacionado con fuerzas como la gravitatoria o la magnética, las cuales se reconocen como las responsables de todo lo que sucede en el universo. Y en consecuencia, su trabajo también se halla estrechamente relacionado con la potencia y significados de la geometría sagrada, por cuanto se apoya en la profunda conexión que prevalece en todo lo existente”.
Cabe destacar que la exposición también forma parte de la agenda de Artbo en el mes de abril.
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