Nuestros idus en La Haya
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Ensillando Antes de...
Nuestros idus en La Haya
Idis de marzo: los días de buenos augurios que se celebraban los 15 del tercer mes del año en el Imperio Romano, pero terminaron siendo sinónimo de malos augurios por el asesinato de Julio César.
Recordemos: un vidente le había advertido el grave peligro que le acechaba durante los idus. César no creyó. El día de su asesinato lo encontró cuando se dirigía al Senado y le dijo: “llegaron los idus de marzo y aquí estoy”. El vidente le repuso: “si, pero aún no han acabado”.
La Corte Internacional de Justicia fallará las excepciones preliminares interpuestas por Colombia este jueves, 17 de marzo, dos días después del día en que terminan los buenos idus según lo estableció el asesinato de César.
Mis augurios no son buenos. No porque así yo lo quiera.
Porque lo dicen los trabajos profundos y detallados que se hicieron entre 1995 y 1998 cuando un grupo de abogados internacionalistas verdaderos previeron los escenarios posibles que tenía Colombia cuando Nicaragua no había demandado aún a Colombia.
Prosper Weil, sir Neville Maryan Green, Arthur Watts y Santiago Torres Bernárdez recomendaron abstenerse de presentar excepciones ante cualquier pretensión nicaragüense, incluida la que busque la declaratoria de plataforma continental extendida. Así lo entendimos muy bien el expresidente Alfonso López Michelsen y los doctores Germán Cavelier, Carlos Holguín y quien esto escribe.
Sin embargo, se presentaron las excepciones preliminares porque el coronel Julio Londoño Paredes (militar y topógrafo), entrevistado hoy en páginas enteras como arúspice genial, así lo quiso y convenció al entonces presidente Álvaro Uribe de hacerlo. Nos fueron rechazadas. Y vino la sentencia desastrosa de noviembre 19 de 2012.
El presidente Santos convocó un grupo de abogados (no todos internacionalistas) parar evaluar los nuevos escenarios que aparecían. Las recomendaciones en que insistimos el doctor Rafael Nieto Navia y yo sobre líneas de base en el archipiélago fueron desoídas.
Nicaragua demandó de nuevo. Esta vez para ordenar que en aplicación del principio de jurisdicción inherente se obligue a Colombia a cumplir el fallo de 2012. Y que se le declare al país centroamericano la plataforma continental extendida que nace en la paca tectónica Caribe, cuyo entronque con la placa Suramérica se encuentra a pocas millas de nuestro margen continental (Cartagena y Santa Marta).
Las respuestas de Colombia son deficientes, plagadas de inconsistencias y errores que cobrará severamente la historia a quienes las concibieron. ¿Se tomaron los agentes el tiempo de revisar la sentencia del Tribunal Internacional del Mar en el caso Myanmar-Bangladesh (2012), con perfiles muy similares a nuestra controversia, en la cual se sostiene que la prolongación natural de la plataforma se refiere a la extensión continental y no hay por lo tanto necesidad de continuidad geológica?
En este caso, se aplicó el principio de equidad -como ya nos ocurrió- y la plataforma fue dividida entre los dos países. En la respuesta de Colombia a la demanda de plataforma continental se acepta, sin que país y medios se hayan querido enterar, que Nicaragua tiene un derecho imperfecto sobre la plataforma.
Un verdadero atentado mortal contra nuestra integridad territorial donde se invoca un tal derecho imperfecto cuya solidez jurídica fue cuestionada, por los siglos de los siglos, por el padre del derecho internacional moderno sir Hersch Lauterpacht, que nos plantea el riesgo de que la CIJ rechace el adjetivo imperfecto pero imponga nuestra aceptación escueta al derecho.
En las audiencias el coagente Cepeda resolvió dictar a los jueces internacionales, quienes fallan en derecho internacional, una clase cargante de derecho constitucional nativo, requiriéndolos a declararse inhibidos porque la Corte Constitucional colombiana hizo inexequible el Pacto de Bogotá. ¡Por Dios! Lo que hizo fue decirles que Colombia violaba la Convención de Viena sobre Derecho de los Tratados.
Idus funerarios de marzo: los agentes Arrieta y Cepeda han dispuesto todo para que el fraccionamiento de territorio colombiano no acabe.
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