COMPLACIENDO A LAS FARC
El Gobierno y la coca

Tuvimos que esperar a que desde afuera nos señalaran que los cultivos de coca en el país han aumentado enormemente: 80.500 hectáreas en 2013, 112.000 en 2014 (+39%), 159.000 en 2015 (+42%) y se calculan más de 200.000 en 2016 (+26%). Es decir, 148% en tres años. La producción de cocaína, obviamente, se incrementó en similares proporciones. ¿Por qué este vertiginoso incremento cuando las hectáreas sembradas con coca habían disminuido (78.000 hectáreas en 2012) y hoy hay una superficie sembrada es superior a la de cualquier año anterior? Adicionalmente reaparecieron los cultivos de amapola que hacen de Colombia, con México, los mayores productores de heroína del continente.

No es necesario indagar mucho para conocer las causas de esta situación: las negociaciones de nuestro gobierno con la guerrilla. Siendo las Farc la mayor organización narcotraficante del mundo, que tenía en esta actividad su mayor fuente de financiamiento e importante apoyo en los cultivadores, es natural que para mantenerlas tranquilas lo mejor era no afectarles mucho ni sus bases ni sus ingresos. Por esto se terminaron las fumigaciones aéreas de las plantaciones a finales del 2015 y luego se redujo el presupuesto para la erradicación manual; la guerrilla fomentó las siembras, que se extendieron en los parques nacionales, para que los cultivadores, importante fuente de sus ingresos, se beneficiaran más de los subsidios que se negociaban en Cuba.

Tardíamente Washington se preocupa por esta situación y enviaron al Secretario de Estado Adjunto para Asuntos Internacionales de Narcóticos, William Brownfield para tratar este espinoso tema. No se sabe que dijo Brownfield en privado a nuestro Gobierno, pero sí que este pidió a Washington que incremente la ayuda para el control de las drogas y que intensifique el control al consumo en su país. Posiblemente pronto se conocerá la política de la administración Trump sobre Colombia y las drogas.

Cultivar coca y amapola es una actividad criminal y quienes la desarrollan son delincuentes que roban la vida de los adictos y sus familias, pero llama la atención que nuestras autoridades hayan decidido pasar por alto esta situación y toleran las plantaciones ilegales mientras buscan para sus dueños fuentes alternativas de ingreso. Mientras, recordemos que las hojas de coca, para ser negocio, necesitan ser procesadas ¿son entonces tolerados los laboratorios?

Además, difícil encontrar cultivos tan rentables como los de coca y existe el peligro de que estas plantaciones no sean sustituidas permanentemente. Volviendo a la tolerancia de una actividad delictiva para no dejar a unos campesinos sin adecuados medios de subsistencia, vale preguntarse si el argumento no puede aplicarse también a los “pobres” atracadores, los “pobres” ladrones de carros, cuyas familias quedarían sin sustento si los encarcelan (¿Será por esto que los jueces los liberan rápidamente?).