“Balada para niños muertos” es un homenaje a Andrés Caicedo, a su visión y al propio Cali, en el que se muestra al escritor colombiano más allá de la literatura y la dramaturgia, más allá del suicidio y la caleñidad. Esta producción tuvo su estreno en las salas de cine nacionales la semana pasada.
Las películas, como la literatura, tienen vida propia y se toman el tiempo para encontrar su espectador, su lector. En términos del cine de horror, que impregna la vida y la obra cinematográfica y literaria de Andrés Caicedo, “Balada para niños muertos” es como uno de esos seres fantásticos, un zombi que vaga negándose a morir hasta que encuentra el destino que le han trazado. Es una sobreviviente en un mundo hostil.
El estreno no sucedió en 2020 como estaba planeado, pese a que ya estaba confirmado en el Festival de Cine de Cartagena y la visita de Roger Corman, el productor estrella del cine de terror. En una ironía del cine y la vida, Corman, el referente de Andrés, el mismo al que buscó en Hollywood a los 23 años para presentarle unas versiones muy personales de Lovecraft y cuyo encuentro fallido lo hizo trizas, era el invitado para engalanar el documental sobre él. Entonces ocurrió en la realidad lo que en las películas de horror: todos los flashes listos y un virus encerró de miedo al mundo por dos años. ¡La peste, la peste!
Quizá Andrés, con esa fuerza que da el mito, retrasó todo para que su documental, poblado de zombis y espectros que reflejaban su tragedia familiar, sus tinieblas internas y la muerte que se puede sentir y olfatear tras la explosión de los camiones con pólvora en Cali, se asemejara a un zombi que sobrevive y se aparece en un escenario más afín. La película aparece entonces después de una pandemia, durante una crisis, atravesando un apocalipsis en cámara lenta. Así, “Balada para niños muertos”, como los zombis, cumple el destino asignado por el mito y encuentra fuera de los reflectores a sus verdaderos espectadores, los halla en los que pasan de película a película buscando sus propios monstruos.
Literatura gótica
En pleno boom de la literatura latinoamericana y del realismo mágico, Andrés Caicedo, desde la provincia colombiana escribía guiones cinematográficos adaptando historias de H.P. Lovecraft, el maestro del horror. Sus obsesiones con la literatura gótica, el destino y la violencia convergieron en su vida y en su obra para dar forma a un particular universo estético y a las bases de un concepto que más tarde se denominaría como “Gótico Tropical”.
Esta película muestra al literato colombiano más allá de la literatura y la dramaturgia, más allá del suicidio y la caleñidad. Aprovecha, desde su afiche basado en “La noche de los muertos vivientes”, de George Romero, las referencias al cine de horror clásico para mostrar el inframundo en el que Caicedo pasaba sus horas y permite apreciarlo de forma más íntima y desconocida, incluso para sus amigos. El documental, premiado en varios festivales de cine de horror, se acerca a la juventud, a la familia, la reflexión y la fuerza creadora del dolor interior, apoyado por los testimonios de Rosario Caicedo, Luis Ospina, Eduardo Carvajal, Guillermo Lemos y Sandro Romero. Bien puede ser una película de espanto, un thriller del que conocemos el final o una pieza que da brillo y cimientos para apreciar a un autor universal que en esa mezcla de cine y literatura de horror y alta cultura le diera el hálito inicial a lo que en todo el mundo se conoce como el "Gótico Tropical".
El director Jorge Navas es un autor de espíritu caicediano, lo conoce desde su primera película, "Calicalabozo" (1996); es afín en el corto de culto “Alguien mató algo” (1999) y ha mantenido en los largometrajes de tragedias urbanas “La sangre y la lluvia” (2009) y “Somos calentura” (2018). Ampliamente conocedor del cine de horror, su autor le da un tono místico al documental impregnándolo de romanticismo. “Balada para niños muertos” es un engranaje más en su visión de autor.
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Sinopsis de la película
Durante mucho tiempo en Colombia la figura de Andrés Caicedo, en parte mitificada por su suicidio, despertó mucho más interés por el artista que por su obra. Apenas hoy, como Luis Ospina dice en algún momento de la película, ha comenzado a reconocerse el valor de una obra que trasciende lo local y que es mucho más que el empeño de unos pocos y buenos amigos por mantenerla viva. Testimonios y lecturas de fragmentos componen, junto con un poderosísimo material de archivo, el relato de una historia que se cuenta con un profundo sentido e interés cinematográfico: la historia de Andrés y su eterna fascinación por la literatura de terror y el cine B; la del niño que nació para escribir, la del joven que decidió burlarse de la muerte planeando su propio final. Una película que trata de mantener el difícil equilibrio entre la fina línea que separa y une a los dos: hombre y obra, obra y hombre, de manera eterna e indisoluble.
Conversatorios
Debido al auge de la película, se programó una serie de conversatorios que se iniciaron la semana pasada y continúa hasta el sábado 22 de abril, día en el que se hablará de "El arte de horror en el Gótico Tropical", a cargo de Rosario Caicedo, Éricka Flórez y Jorge Navas. Será en el museo La Tertulia, a las 6:00 p.m.
Flórez, curadora de arte, investigadora de cultura urbana, charlará con Jorge Navas acerca de sus hallazgos en el “Gótico Tropical” y sus perspectivas como tendencia artística. El arte de las películas clásicas de horror es una forma de representar el mundo, tiene unos códigos que se mantienen y se extienden a las películas, la literatura y los objetos para crear un universo propio. Andrés Caicedo tuvo su forma de captarlos, de integrarlos a su entorno y a su mundo interior.
Mientras que el 25 de abril se llevará a cabo el conversatorio "Entre mil pedazos y Balada para niños muertos", en el marco de la Feria Internacional del Libro de Bogotá, en la sala José María Vargas Vila.
Juan David Correa, editor de Planeta, conduce esta charla con Rosario Caicedo y Jorge Navas para explorar como las experiencias de infancia influyeron en la obra de Rosario y Andrés Caicedo y cuál fue la percepción de Navas sobre ese tema durante la realización de la película.
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