La lealtad y solidaridad con un gobierno no significa tener que aceptar sus errores ni aprobar sus equivocaciones.
Lo anterior, porque como dijo Johann Wolfgang von Goethe: “El único hombre que no se equivoca es el que nunca hace nada”.
Por eso, no está bien que la “oposición inteligente”, que de inteligente poco o nada ha demostrado tener, opte por exigirle al mandatario como estrategia una supuesta infalibilidad solo con el fin de debilitarlo cuando cometa un error, mientras sus aciertos los niega y le inventa los “errores".
De ahí que la diferencia entre los promotores del cambio y quienes prefieren regresar al pasado, plagado de ineficiencias e incluso de delitos, se convierte en un pulso malsano para oponerse, a como dé lugar, a todas las propuestas y fórmulas renovadoras.
Actitud sin el menor escrúpulo, responsabilidad y ética.
No olvidemos que Colombia viene de soportar determinaciones inconvenientes y arbitrarias por varias décadas, ‘jugaditas’ en el Congreso y torpezas del Ejecutivo, además de una marcada indiferencia por la población vulnerable. Entonces, que no se pretenda ahora volver a lo mismo de antes.
El tiempo apremia y no hay lugar a distraerse en terquedades y componendas parlamentarias de este tipo.
Tomar nota de los errores si acaso los hay y aclararlos al instante es lo indicado, pero sin el agite mediático y la versión disociadora de quienes no dominan los temas y los enredan de mala fe.
Se requiere conocimiento, tacto, paciencia y decencia para bien del país.
Así mismo, resulta importante diferenciar entre lo ideal, lo probable y lo real.
Incluso, sin caer en “la utopía de un gobierno en el que se conciba una sociedad perfecta donde todo discurra sin contratiempos y en total armonía, casi que irrealizable” como lo describiría Max Weber en uno de sus escritos, -clásico de la sociología., 1864-1920, abogado de profesión y sociólogo. -
Porque como experiencia real, los ajustes siempre tendrán opositores, tal como viene sucediendo con las reformas presentadas a consideración del Congreso de la República.
Además, los ciclos no se modifican de la noche a la mañana. Hay que resolver primero el lastre dejado atrás y rectificar la tendencia hasta volverla favorable.
De ahí que esa pretendida “infalibilidad del gobernante” es por sí misma un imposible.
No obstante, como lo anota Luis Fernando Velasco, actual Consejero para las Regiones y Director (e) de la Unidad de Gestión del Riesgo, Ungrd, lo que se busca es acertar y no cambiar algo para que todo siga igual.
“Reformas como la de la salud son en serio y se entiende que haya tensión en los privados que hoy manejan billones en contratación y que no quieren perder ese poder.”
No obstante, todo se resuelve con el diálogo, creemos nosotros.
En consecuencia, es esta una exhortación a evitar extremos irreconciliables, mientras los técnicos que no respondemos a la dialéctica sectaria y pasional sino a cifras reales y concretas. Estaremos atentos.
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