- Cifras irreales sobre Covid-19
- La peligrosa estrategia del régimen
La incredulidad sobre la información del régimen venezolano en torno a la pandemia del Covid-19 no solo aumenta día tras día, sino que están disparadas las alarmas continentales sobre el grave peligro de salud pública que significa el ocultamiento de la realidad sanitaria en esa atribulada nación.
Anoche el último reporte del Ministerio de Comunicación e Información daba cuenta de la aparición en la jornada de cuatro nuevos casos de contagio, con lo que el total se elevó a 329 desde el momento en que semanas atrás se detectó el primer caso de este coronavirus. Según las autoridades, los decesos apenas son diez, lo que pondría a Venezuela como el país menos golpeado por la crisis sanitaria en el continente e incluso en el mundo, por encima de naciones asiáticas y europeas que son consideradas las más eficaces en la lucha contra el virus.
Obviamente casi nadie cree en las cifras que proporciona el régimen chavista. La oposición, en cabeza del mandatario interino (reconocido así por más de 50 gobiernos de todo el mundo), no duda en denunciar que el Palacio de Miraflores está ocultando las cifras verdaderas de la pandemia, que serían sustancialmente mayores no solo en número de contagios sino, más grave aún, en cuanto a pacientes hospitalizados y personas fallecidas. Otros dirigentes del antichavismo también cuestionan el parte oficial en torno a que las autoridades sanitarias han realizado más de 440 mil pruebas, aduciendo que ni siquiera países latinoamericanos en donde el virus se detectó con más anterioridad han llegado a ese volumen de testeo.
Si bien es cierto que los países del continente confían en que sea la Organización Panamericana de la Salud (OPS) la encargada de informar la realidad de la extensión en Venezuela del brote epidémico, la institución no tiene la cobertura suficiente para poder verificar en todo el país cómo avanza la curva epidemiológica. Incluso expertos infectólogos han advertido que el enfrentamiento político entre el Palacio de Miraflores y los gobernadores de varios estados que pertenecen a las filas de la oposición han llevado a que el régimen chavista disminuya su ya de por si limitada capacidad de acción sanitaria en esas zonas. También se denuncia que hay discriminación en la repartición de ayudas alimenticias, ya que se estaría aplicando un sesgo político para la distribución de las mismas.
Para nadie es un secreto que el sistema de salud venezolano está en crisis desde hace varios años, no sólo por la insolvencia presupuestal producto de la quiebra económica estatal, sino porque mucho de su personal médico y asistencial renunció ante la falta de pagos, la ausencia de insumos y el retraso tecnológico. No pocos galenos y especialistas abandonaron el país en busca de un futuro mejor. Incluso desde el año pasado estaban prendidas las alertas por la reaparición de enfermedades endémicas debido a las falencias en los esquemas de vacunación básicos.
Más preocupante aún resulta el hecho de que pese a todas las dudas que existen sobre las cifras de la pandemia, el gobierno de Nicolás Maduro decidió empezar a relajar la cuarentena nacional que había declarado hace tres semanas. Incluso, el domingo y ayer se autorizó a parte de la población a salir por algunas horas a las calles. Se incluyó a niños y ancianos, pese a ser franjas poblacionales de alto riesgo. En otras naciones del subcontinente que activaron el aislamiento social mucho antes que el vecino país y que tienen mejor capacidad instalada para enfrentar la emergencia sanitaria, esta clase de medidas, que son claramente desaconsejadas por la Organización Mundial de la Salud, tampoco se han implementado, lo que da pie a las críticas de la oposición en torno a que el régimen dictatorial está tratando de crear la sensación, a todas luces ajena a la realidad, de que Venezuela ya superó el pico de la pandemia y que su curva epidemiológica sencillamente nunca se disparó.
A todo lo anterior se suma el hecho de que a la escasez de alimento, medicinas y víveres de primera necesidad, se adiciona la escasez de gasolina. La hiperinflación continúa creciendo y de poco sirven los constantes aumentos de salarios decretados por el Gobierno, como ocurrió en la última semana ya que el poder adquisitivo de los trabajadores está reducido a su mínima expresión.
Como se ve, el gobierno de Nicolás Maduro continúa siendo, con mayor nivel de gravedad, un problema de salud pública continental, en donde Colombia es uno de los países que corre el mayor riesgo. Incluso las autoridades fronterizas de nuestra nación han aclarado en las últimas dos semanas que si bien se ha registrado un extraño regreso de algunas decenas de miles de venezolanos a su territorio, sería mayor la cantidad de estos que han ingresado a departamentos colombianos huyendo de la crítica situación sanitaria allí.
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