La reforma tributaria que presentó el gobierno tiene muchísimos aspectos inaceptables como eliminar las exenciones del sector agropecuario. Ni siquiera el Centro Democrático estaría dispuesto a acompañarlos. No puede haber IVA para los servicios públicos, ni para pensiones (excepto las que ya pagan). Tampoco subidas en los costos de computadores y celulares inteligentes de baja gama, o del internet cuando en la virtualidad el empleo y la educación penden de ello. No pueden aparece impuestos rosados que afectaría a las mujeres, especialmente a las jóvenes duramente golpeadas por la pandemia. No es el momento para gravar la clase media, ni mucho menos para excedernos en los cobros al sector productivo, entre otros.
Sin embargo, una reforma tributaria es necesaria. La necesitamos para poder financiar los programas sociales dedicados a atender la pobreza. La necesitamos para demostrar que Colombia tiene como pagar su deuda, que no tendrá crisis fiscal y por lo tanto, podamos mantener el grado de inversión.
Algunos dicen que no se requieren más subsidios. ¡La pobreza está en el 42%! ¿Sería capaz alguien en medio de esta pandemia, con este desempleo, de decirle a una familia pobre que no aspire a la solidaridad de su sociedad y su gobierno?
Otros dicen que no hay que preocuparse por el problema de la deuda, y que las calificadoras de riesgo no importan, que si perdemos el grado de inversión no es tan grave. Colombia tiene una deuda del 65% del PIB y los intereses, solo los intereses, serán del 4,5% del PIB a partir del 2022. ¿No es suficiente que gastemos 23,% del presupuesto en el servicio a la deuda? ¿Haber aumentado en 35% los recursos para servicio de la deuda de un año a otro no les parece suficiente? ¿No les preocupa tampoco la devaluación a la que nos podría llevar una baja en la calificación? Recuerden que el 87% de la deuda está en dólares.
Este año los ingresos fiscales serán sólo de 15% del PIB, mientras que el gasto del gobierno nacional para atender la pandemia nos llevara al 24% del PIB ¿No les preocupa el encarecimiento de nuestra deuda? ¿Y si esta pandemia se prolonga y las exigencias fiscales nos llevan necesitar más deuda? ¿Qué pasará si nadie nos presta? ¿O si solo nos prestan con intereses excesivos?
Todos dicen que les importan los pobres. Y se quejan de que las ayudas del gobierno en la pandemia han sido insuficientes. No les parece suficiente “Ingreso solidario” para 2,8 millones de nuevos hogares (que no recibían ningún subsidio) que nos costó 4,4 billones. Se hizo un giro adicional para los 2,6 millones de hogares de Familias en acción que nos costó 1,1 billones. Un giro adicional a 1,7 millones de adultos mayores por 400 mil millones. La devolución del IVA para 100 mil familias más pobres por otros 400 mil millones. El giro adicional a 205 mil jóvenes en acción costó 300 mil millones. Además el PAEF para financiar el 40% del costo del salario mínimo y mantener los empleos de los colombianos costó 2,5 billones de pesos y protegió 3,2 millones de familias. A esto hay que sumarle las garantías a los créditos de los empresarios colombianos. El Fondo Nacional de Garantías invirtió 12 billones de pesos para garantizar créditos para pagar las nóminas; 3 billones para capital de trabajo, y otro billón para garantizar créditos de independientes. Además de muchos otros gastos. Necesitamos estos y y otros programas para aliviar la pobreza y avanzar en la reactivación.
Esta es una crisis: Sangre, sudor y lágrimas. Es la unión y la capacidad de construir juntos lo único que puede ayudarnos. Destruir y protestar no soluciona nada. Puede facilitar la campaña de unos, pero a costa del bienestar de los colombianos.
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