Es curioso: lo primero que hizo el presidente Gustavo Petro, una vez elegido estatutariamente el nuevo gerente de la Federación Nacional de Cafeteros, fue descalificarlo. No se sabe por qué. Algunos dicen que porque el doctor Germán Bahamón lanzó hace varios años un trino que no le gustó a Petro. Tampoco se supo por qué solicitó descomedidamente hace varias semanas la renuncia de Roberto Vélez.
El presidente Petro parece tener un pleito desconocido con el principal gremio del país y con la dirigencia cafetera.
Circuló en las primeras horas, luego de la escogencia por unanimidad por el congreso cafetero del nuevo gerente, que el gobierno reclama del gremio cafetero mayor democracia. ¿Mayor democracia? La Federación de Cafeteros es el gremio más democrático de los que manejan recursos parafiscales que el país tiene. Mucho más, por ejemplo, que Fedegán, a quien sin embargo Petro lo ha convertido en su socio privilegiado para adelantar la política agraria y de distribución de tierras.
La Corte Constitucional ha destacado el alto nivel de democracia que rige al interior en la Federación de Cafeteros y ha reprochado, por ejemplo, el bajo nivel de participación de quienes manejan los recursos parafiscales del sector ganadero.
Los dirigentes son elegidos cada dos años por los cafeteros dotados de cédula gremial en elecciones abiertas y plurales. La tasa de participación en estas elecciones es de alrededor del 65% (relación entre el padrón electoral cafetero y los votos depositados). Nadie de quienes son elegidos popularmente en Colombia, ni el Presidente de la República ni los parlamentarios, lo son con tasas de participación tan altas como sucede en el gremio cafetero. Por eso el reclamo que ahora le hace Petro a los cafeteros de falta de democracia es un disparate mayúsculo o una excusa para manipular la vida gremial de los cafeteros en el futuro.
Ojalá la dirigencia gremial haga respetar los estatutos y la razón de ser de la concertación cafetera, procedimiento obligatorio según el contrato que rige las relaciones del Fondo Nacional del Café. Los dirigentes, revestidos con una alta representación democrática, no pueden convertirse el temerosos y blandengues contradictores del gobierno cuando ello se necesite.
El gobierno Petro debe comenzar por entender dos premisas básicas que deben regir sus relaciones con el gremio cafetero. La primera, que los recursos del Fondo Nacional del Café no son oficiales, que se puedan manejar caprichosamente desde el palacio de Nariño, sino que es un fondo de carácter parafiscal que se nutre con los aportes de 550.000 cafeteros cada vez que se exporta un saco de grano. Por lo tanto, ni el Presidente, ni el ministro de Hacienda pueden disponer, unilateral o caprichosamente, de estos recursos que están afectos exclusivamente (por constitución y ley) al bienestar de los cafeteros, ajenos a toda consideración politiquera.
Y segundo, que el manejo de toda la política cafetera no se hace -ni se puede hacer- mediante arrogantes trinos presidenciales, sino a través de la “ concertación” con el gremio cafetero. Tal como se ha hecho desde 1940, cuando se creó el Fondo Nacional del Café.
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