La información periodística correspondiente al jueves 4 de mayo resultaba particularmente atractiva porque, sin proponérselo, yuxtaponía la visita del presidente Petro a España con la aprobación en el Congreso colombiano del Plan Nacional de Desarrollo y, como se verá, habría otros ejemplos de yuxtaposición que rara vez se presentan. Voy a utilizar la información de El Nuevo Siglo.
En primer lugar, la bellísima fotografía en la cual los Reyes de España y el Presidente de Colombia y su señora caminan hacia el banquete que constituye el principal evento social de la visita de Estado. A primera vista no se nota la ausencia del frac por parte del presidente Petro, que justificó como un rechazo a costumbres elitistas. Es que todo el escenario era super elitista. El techo, las paredes, el piso, todo por arriba, por los lados, por abajo, era la máxima expresión de los símbolos elitistas, así como El Collar de la Orden de Isabel la Católica que ostentaba el Presidente.
Coincidían en la fotografía dos colombianas, la Reina Letizia, de origen caleño y la Primera Dama, Verónica Alcocer, de origen costeño. Una escena majestuosa que se yuxtaponía a la cuasi caótica del proceso de votación en la Cámara de Representantes, en la cual un funcionario leía números de artículos y mencionaba avales y proposiciones mientras a su alrededor pululaban secretarias, docenas de papeles y personas que entraban y salían, incluyendo ministros y, lo que no podía faltar en la sesión de la noche anterior, los platos de comida, que parecían hamburguesas o sándwiches. Otra oportunidad para deplorar cómo el Congreso de Colombia ha renunciado a la majestad que caracteriza a instituciones similares en otros países. Pero aquí como que nos complacemos en que tan importantísima institución se comporte de esa manera.
Y al leer algunas de las columnas la yuxtaposición era aún más brutal. Mientras el Presidente recibía las más exquisitas deferencias, caminaba por alfombras bellísimas y se le rendían homenajes retóricos de admiración y respeto, lo que se leía en columnas de opinión eran cosas como las siguientes: “ya es difícil negar que este es un gobierno maligno que pasará a la historia como el peor de todos los tiempos” o una cita del exvicepresidente Germán Vargas Lleras con referencia al discurso del segundo balconazo “una retórica dictatorial llena de falacias, amenazas y egocentrismo. (…) Esperemos que su contundente fracaso gobernando le impida robarse el poder”. Y estas otras bajo el título “Presidente Incendiario” “… un Presidente obtuso, alguien que no ha olvidado su pasado de incitador revolucionario y ahora habiendo logrado el poder por las vías democráticas, quiere imponer sus ideas y proyectos a la fuerza (…)” “Este es el Presidente de los colombianos, un individuo incendiario, sin respeto, autoritario y llevado de sus deseos e impulsos”. Semejantes afirmaciones se yuxtaponían, y de qué manera, ante la majestuosa foto de primera página.
Pero había otras situaciones similares. Enterrada la coalición antes del viaje presidencial, el titular más destacado de primera página y que servía de marco a la fotografía, decía a tres columnas “Tras Depuración, Senado aprobó Plan de Desarrollo”. Pues tanto en Senado como en Cámara era excepcional escuchar un NO a alguno de los temas que se estaban votando por bloques. No recuerdo una votación más expedita y carente de debate en un tema tan importante, a una ley tan significativa con más de 300 artículos y que, no obstante que la coalición había desaparecido, obtenía una mayoría aplastante de votos en lo que denominan una sesión maratónica. Para no mencionar la exótica propuesta, que como ya el Senado había aprobado la Ley, la Cámara no se tomara el trabajo de debatir y votar, sino que dijera que adoptaba el texto ya tramitado en el Senado. Inusitado. Como si la coalición no hubiera sido enterrada.
Tantas yuxtaposiciones. Tantos contrastes.
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