ESTRIBOR
Los libros aún huelen

Me prepararon para ser, sobre todo, buen ser humano y ser feliz haciendo lo que me gusta. Siguiendo esa línea y a manera de ilustración, hace veinte años que salí de la escuela de derecho de la Sergio Arboleda y aunque tenía eso muy claro, no me bastó con ser únicamente abogado. Es más, me preocupé (y aún me preocupa mucho) depender de una sola actividad o circunstancia en la vida.

En busca de esa felicidad estudié música, sobre todo piano y sintetizadores, y aprendí a mezclar música y me convertí en dj profesional de música electrónica (techno y progressive house). De esto me queda una residencia mensual que suena en todo el mundo y se llama Autosuggestion transmitido por Digital Imported Music y también un estudio en mi casa.

Pensé anticipadamente en las personas que su vida gira únicamente entorno al trabajo y los fines de semana se encuentran con ellos mismos despojados de las adulaciones, méritos y victorias y fracasos profesionales de la semana y terminan cayendo en un gran vacío. En ese afán me convertí también en aeromodelista de aviones y helicópteros y en columnista de opinión. Todas estas actividades son mis grandes pasiones.

Y todas esas actividades se hacen con pasión, inteligencia humana y con el corazón (sentimientos). Además, no todo el mundo las tiene. Modestia aparte no es fácil mezclar música, ni tocar piano, ni entender la síntesis para programar sintetizadores ni todos nacen con buen gusto musical y estilo propio como siento que es mi caso (algo muy subjetivo en todo caso) ni es fácil volar un aeromodelo (un aparato exacto a uno real salvo en el tamaño pues no son drones) y no es fácil escribir columnas de opinión.

Confieso todo esto, pues en este tiempo lleno de incertidumbre y ansiedad por la pospandemia, por Colombia, por el presente y el futuro y por las miles de opiniones que salen diariamente sobre la inteligencia artificial y el desplazamiento del humano me llena de satisfacción haberme anticipado hace veinte años a no depender de nada que pueda ser reemplazado por nada artificial.

El algoritmo escoge música en Spotify, pero no reemplaza los vinilos ni las tornamesas en las manos y corazón de Sasha, en cualquier club del mundo. La gente todavía quiere ver el alma y arte que transmite Sasha. La sensación y adrenalina que produce volar un Extra-300 o un helicóptero Sab Goblin 700, después mucho tiempo de preparación del vuelo no la reemplaza ningún simulador de Horizon Hobby. Y estas palabras en esta columna tampoco las puede sentir ni expresar ninguna inteligencia artificial. Podrá acercarse, pero no hacerlo igual. Tiene que sentir.

Lo terrible es que el ser humano esté auto extinguiéndose anticipadamente, dándole paso a una inteligencia artificial que anuncia que lo va a exterminar.

La buena noticia es que la inteligencia artificial no extinguirá la pasión, el corazón ni los sentimientos. Y que el papel en los libros y revistas aún huelen… Los vinilos también… 

juanfelipereyes@hotmail.com