Mientras el presidente Petro y el fiscal Barbosa, enfrentaban una efervescente y ególatra polémica en busca de sus jefes, para establecer quién manda a quién, millares de niños de apartadas y cercanas regiones, a quienes robaron su internet, deben abandonar las aulas escolares para escapar a la opresión de una hirsuta guerrilla que los secuestra, asesina y les arrebata el candor y la inocencia. Sus juegos infantiles, sus ilusiones y las primeras letras deben cambiarlas por entrenamientos para eludir las minas antipersona, las balas y las amenazas.
Sus coros y plegarias han cambiado por sangrientos estribillos: “las minas son para herir, matar y mutilar”. “La noche no es para caminar”. “De la guerrilla, no nos dejemos llevar”.
Y mientras el país sigue buscando los jefes del Presidente y el Fiscal, el presente y futuro es cada vez más incierto para la niñez. Sus maestros, son atropellados y extorsionados por guerrilleros que los despojan de parte de sus salarios y los párvulos quedan en manos de grupos que los secuestran e incorporan a sus filas.
En Colombia, los presidentes tienen como jefes al pueblo que lo eligió y los llevó a la Casa de Nariño, mientras el Fiscal, tiene muchos jefes, si nos atenemos las personas que aparecen, impartiendo órdenes, que Barbosa cumple, como lo afirman en sus últimas columnas, los colegas Daniel Coronell y Gonzalo Guillén.
A Duque y Barbosa se les fue la mano. El último fue tan provocador que, con altanería, llamó al primero dictador, y lo culpó de cuanto pueda sucederle - ¿atentados? -.
En una democracia, en un Estado de Derecho, no se pueden presentar irritaciones semejantes, entre funcionarios de tan alto calibre. Petro sabe que el Fiscal se consideró la segunda persona más importante durante el gobierno de Duque y que ahora aspira a ser Jefe de Estado.
Esta nación y esta población están horrorizados, inmersos en el miedo y el pánico con lo que ocurre. Estamos en poder de multitud de grupos subversivos que lo manejan todo. Guerrilla, clanes del Golfo, disidencias, ex y paramilitares, pandillas de venezolanos, delincuencia común y como quiera llamarse a todos los facinerosos que nos dominan. Petro lanzó un ultimátum al Clan del Golfo, que de inmediato rechazaron. Los otros siguen en su horripilante y aterradora acción para entrar en la llamada paz total, pero a cuentagotas, porque actúan sin descanso en campos y ciudades, asesinando, extorsionando y amedrentando a indígenas, afros, campesinos y a toda Colombia, sin piedad. Los acuerdos no van a ninguna parte. No admiten tregua alguna, ni sometimiento.
Los alzados en armas, el crimen organizado, el narcotráfico, la minería ilegal, la coca, la marihuana, la extorsión, el asalto, el crimen en campos y ciudades no dan tregua. En Colombia se atenta contra todo, mientras todos quieren ser patrones. ¿Quién manda a quién?
BLANCO: Habrá reingeniería de la policía. El nuevo comandante William Salamanca, restablece la unidad Cais-ciudadanía.
NEGRO: Nadie se explica cómo una persona que se expulsa de un partido político, sigue siendo militante. Con Roy Barreras se le fue la mano al Consejo de Estado.
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