PÁGINAS
De las alternativas políticas

La bancada de congresistas y el Directorio Nacional Conservador optaron por declararse independientes frente al Gobierno Petro. Este nuevo escenario de la política, concretado en el ajuste ministerial, exige liderazgos sustentados en la tradición democrática de Colombia.

Es, así mismo, ocasión propicia para unir las huestes azules que han tendido a dispersarse ante la decisión, ya superada, de declararse partido de gobierno en los inicios del mandato actual.

Pero ahora, el Gobierno desconsideró los diálogos y dirige sus redes a la caza desleal de esquiroles. Eso puede dar lugar a triunfos opacos, pero esa práctica manzanilla tornará en oscura la pretendida aureola de esperanzas que le colocó el pueblo en las elecciones presidenciales del año pasado. Sería más de lo mismo, pero más agrio.

En Espumas de un viaje a España, el editorialista de El Nuevo Siglo del pasado domingo, precisa lo anticonservador que siempre ha aflorado entre los militantes del M-19. Y, con elegante sorna, retrata el contraste entre el seguidor apasionado y confundido del pensamiento de Bolívar y el portador orgulloso de la Orden de Isabel La Católica. Balconazo Vs. Sentada a manteles con la realeza, símbolo de la hispanidad.

En fin, lo que corresponde es construir una alternativa de poder capaz de lograrlo legítimamente. Es la obligación superior de la política. Por ahora hay una oposición dispersa y al menudeo, que no ha logrado posicionarse como tal. Le falta penacho, dirían los centenaristas. Solo el expresidente liberal Cesar Gaviria ha sustentado con seriedad las razones de su distanciamiento del régimen actual.

Ahora bien, la libre empresa, que tanto incomoda al Presidente, está en el ADN de la cultura occidental, nuestra cultura. Desde lo conservador introdujimos en la Carta Política la planeación democrática. Esa es la distancia esencial con el neoliberalismo. Ante las inmensas carencias de la sociedad actual postulamos un Estado eficaz contra esas carencias.

Es el Estado democrático que, por lo mismo, se opone al Estado entrometido y opresor del socialismo que ha conducido a los totalitarismos crueles de Cuba, Venezuela y Nicaragua.

El conservatismo colombiano no teme a las reformas sociales. Las impulsa desde la libertad inmanente de la persona humana.

Sí, hay un espacio político inmenso para lanzar a la contienda nuestros ideales de libertad, seguridad, orden y avance social.

Es que hay una degradación tanto del orden público como de la seguridad, de la autoridad, mientras el gobierno, tras el utopismo ingenuo de la paz total, no ha calibrado la dimensión de la amenaza de las fuerzas bien armadas del tráfico ilegal.

El señor Presidente, anclado en los sofismas del socialismo envejecido, le ha dado por remover las losas de nuestro edificio democrático. Pero no resiste ni prevé las acciones de los discípulos de los arquitectos de nuestra democracia. Si analizara desprevenido esas reacciones encontraría más compañía que obstáculos en el camino de piedras afiladas hacia el cambio social.

El desorden conceptual en el mando de la Nación ha producido una sensación aguda de inseguridad personal, colectiva y económica. Es el desconcierto que refleja las encuestas de opinión, expresado también en los mensajes del Comité de la Regla Fiscal, en el análisis de los profesionales del Banco de La República, en la manifestación de las reservas activas de la fuerza pública en la Plaza de Bolívar, consagrado foro de nuestra democracia.

Finalmente, es justo registrar que después de los balconazos y las piedras lanzadas por micrófono, el presidente Petro modera su mensaje, explica su política de paz, instruye sobre la persecución sin tregua a la criminalidad, acepta la llamada al orden de la alta magistratura y dialoga con prontitud sobre la vigencia inalterable de la separación de poderes.

Por todo eso, apostamos a que ojalá el gobierno Petro no sea uno más en la lista de la pérdida de oportunidades de gobiernos de América Latina, que acaba de reseñar Financial Times.

P.S. Se puede ganar con la mitad, pero no se puede gobernar con la mitad en contra. J.F. Kennedy.