Perspectiva. Germán Moure, el consagrado maestro de las artes

Cortesía Teatro Libre

A finales de la década de los cincuenta, a Germán Moure le hicieron una pregunta que le cambió la vida. Él era un joven que rondaba los veinte años y estudiaba arquitectura en la Universidad de los Andes cuando se encontró con Dina Moskovitz, quien había llegado a Colombia tras haber estudiado teatro en París.

“Ella me preguntó: ‘¿Quiere hacer teatro?’. Y yo le dije que sí”, recuerda Moure, en una entrevista con Consuelo Luzardo que fue publicada en 2016 y que se puede encontrar en el canal de YouTube del Teatro Libre.

“Y listo. Empezamos a montar obras cortas de Antonio Montaña y ensayábamos todos los días en el Teatro Colón”, dijo Moure en su momento.

La decisión de dejar la universidad, empezar a participar como actor o como asistente en obras teatrales y de títeres y trabajar con grandes nombres del teatro en Colombia como Santiago García e irse a Nueva York, lo convirtió con los años y las décadas en una de las grandes figuras del teatro colombiano y en una referencia internacional.

A sus 92 años, falleció el 2 de mayo dejando un vacío en la cultura nacional y una estela de enseñanzas y experiencias que van más allá de una vida consagrada a las artes.

“Germán Moure fue un ejemplo y una inspiración para muchos artistas. Fundador del Teatro La Mama y del Teatro Libre, director de teatro y maestro dedicado a sus alumnos durante gran parte de su vida. Hoy despedimos a nuestro compañero agradeciéndole por todo lo aprendido y pensando en que la inmortalidad consiste en dejar algo de nosotros dentro de los demás. Por eso, en medio de un gran aplauso de pie gritamos: ¡Gracias, maestro!”, escribió el Teatro Libre cuando se dio a conocer la noticia de su fallecimiento.

Entrega y dedicación

Moure nació en Pamplona, Norte de Santander, en 1951. Después de haber pasado toda su infancia en su tierra natal y sus primeros años de estudiante en Bogotá, viajó a Nueva York, donde se convirtió en miembro activo del Bread and Puppets Theatre, de Peter Schumann, una reconocida compañía de títeres con la que durante los años sesenta realizó giras internacionales.

Gracias a su pasión por el arte, el santandereano dejó un importante legado en la cultura colombiana. Fue fundador –junto con Kepa Amuchastegui, Consuelo Luzardo, Gustavo Mejía y otro grupo de actores– del Club de Teatro Experimental Café La Mama (que posteriormente se convirtió en el Teatro La Mama), uno de los primeros grupos de teatro del país. Posteriormente fue también fundador, junto con Ricardo Camacho y Jorge Plata, del Teatro Libre, que justamente este año cumple medio siglo de existencia.

Sin dejar a un lado que como director  forjó una buena cantidad de obras. Entre las más conocidas, con el Teatro Libre, están “El rey Lear”, de Shakespeare, que se estrenó en 1978, que contaba con escenografía de Enrique Grau y durante muchos años fue un hito en la historia del teatro nacional, y “Seis personajes en busca de un autor”, de Pirandello, de la cual Moure comentaba el reto que implicaba hacer teoría teatral en una puesta en escena.



En “El rey Lear”, en codirección con Ricardo Camacho, planteó a los espectadores y actores el reto de hacer sentir y palpar la orfandad del viejo rey destronado con intensidad similar a la que consiguió. Caracterizado por una capacidad de encaminar montajes tan diversos y espectaculares, el conocimiento y la experiencia de Moure abrieron caminos por los que transitan muchos jóvenes actores y muchas compañías actuales.

Su labor pedagógica es un reflector más en su vida. Otra de sus grandes facetas fue la de maestro. Desde mediados de los años 80, cuando se involucró como docente en la Escuela Nacional de Arte Dramático, Moure se dedicó a formar varias generaciones de actores en Colombia. Daba clases de actuación y montaje y de análisis e interpretación de texto, un campo que le agradaba bastante, ofreciéndole a generaciones de artistas la posibilidad de aprender, crecer y descubrir y trabajar por sus sueños.

Vidas como la de Moure, con su apuesta clara por el arte, con su tesón y su capacidad de anudar iniciativas y guiar entusiasmos, con su curiosidad siempre, son las que hacen de Bogotá un epicentro creador, son las que convencen de que el arte y la cultura pueden transformar al mundo.

Pasión por el arte

Sin duda, este artista tuvo una trayectoria profesional amplia y llena de logros. A pesar de haber estudiado Medicina y Arquitectura, descubrió su verdadera pasión por las artes escénicas en el sexto semestre de sus estudios, lo que lo llevó a dedicar su vida al teatro.

Creció en una familia de artistas. Su tío materno, Eduardo Ramírez Villamizar, fue uno de los escultores más importantes de Colombia del siglo XX. Su madre, doña Elvira, realizó el vestuario de varios de sus espectáculos. Su hermano Rafael realizó danza moderna y fue un fotógrafo reconocido y su sobrino Andrés es actualmente el director del Pequeño Teatro de Medellín.

Además, el maestro Moure fue uno de los fundadores de la Escuela de Teatro de Bellas Artes de Cúcuta y de la Escuela de Bellas Artes de Cartagena, además de ser formador de actores y directores. Su legado se puede encontrar en muchos de los profesionales de teatro en Colombia.

En 1985, el maestro Moure llegó a la Escuela Nacional de Arte Dramático, donde dirigió más de 14 obras de teatro y en 1988 ayudó a fundar la Escuela de Actores del Teatro Libre, donde trabajó hasta el año 2020. Como director de teatro dirigió varias obras, incluidas algunas de las más icónicas de la historia del teatro, como “Seis personajes en busca de autor”, “Macbeth” y “Madre coraje y sus hijos”, siempre buscando enaltecer la labor escénica.

En reconocimiento a su legado, el Ministerio de Cultura de Colombia le otorgó a Germán Moure el Premio Nacional Vida y Obra en 2008, el máximo reconocimiento que entrega el Estado a los nacionales que han dedicado su vida a los valores artísticos y culturales del país.